28/7/07

UNA BUENA SEPARACIÓN

Un matrimonio que conocía se separó, cosa nada extraña en estos tiempos. Ella tenía mucho dinero pues sus padres tenían una gran empresa, en cambio él no tenía tanto dinero y al casarse pasó a trabajar en la empresa de la mujer. Tuvieron una hija que al separarse se fue a vivir con la mujer. Con el tiempo la empresa de la mujer se fue a pique y tuvo que cerrar. Fue por entonces cuando se separaron.
El hombre al separarse montó una nueva empresa en el mismo sector en el que trabajaba y le va muy bien. El tío se ha liado con una lituana que tiene veinte años menos que él y una niña pequeña. La exmujer se ha liado con otro hombre también extranjero y lo más curioso, su hija, la que tuvo con su marido antes de separarse, se ha liado con el hijo del novio que su madre tiene ahora. Y lo mejor de todo es que los dos ex están de puta madre. Al cumpleaños de la niña de la lituana acudieron todos como si fueran una única familia, sin rencores ni odios.
Después de escuchar que tanta gente que se separa están “mátame que te mataré”, que después de tantos años de convivencia se odian a muerte, y que utilizan a los inocentes hijos para hacerse todo el daño que pueden, el oír una historia así, te hace pensar que no todo está tan mal.

23/7/07

NOCHES DE PERROS


Este fin de semana lo he pasado en una casa rural de un pueblecito de la montaña de Castellón cerca del Monte Peñagolosa. El lugar es encantador, un pueblo situado en la cima de una montaña que ha ido creciendo hacia abajo, con empinadas cuestas y escaleras que suben y bajan para hacer al andante más corto el camino. Gracias a las subvenciones, las viviendas, sobre todo las fachadas, se están rehabilitando quitando los estucos, que una modernidad mal entendida, cubrió la piedra viva que forma las paredes. Además la casa rural en la que nos alojamos era una maravilla; en su tiempo fue una vieja almazara y ahora, tras una rehabilitación con gusto y personalidad, es una vivienda cómoda y muy agradable. Y su dueña, Pepa, tiene unas manos para la cocina que ni el Arguiñano y nos ha cuidado como si fuéramos sus hijos.
Pero llegó la noche. Después de una cena impresionante, salimos a dar una vuelta para que bajara la cocina y hablar con la gente mayor del pueblo, lo que más me gusta, y después a dormir, o ese era el plan previsto. Nos acostamos y a dormir, pero al cabo de un rato empezó un perrito a ladrar. Hostias con el perrito, no se callará. Che, dicho y hecho, el perrito se calla, pero entonces empieza otro, el Gran Capitán lo bauticé. Debería ser un perro grande como un caballo porque se oía como si lo tuviera al lado, pero se notaba que estaba bastante lejos. Ah amigo, eso fue la orden para que empezarán todos los demás perros el concierto más impresionante que jamás haya oído en mi vida. Coño si había perros allí, era algo inenarrable. Entonces me di cuenta de algunas preguntas que no me había parado nunca a responder ¿Usted sabe a dónde van a parar todos los perros que se abandonan por las carreteras? Y esos perros que dicen las protectoras de animales que se sacrifican por no poderlos atender ¿sabe lo que pasa con ellos? NO, pues yo sí lo sé. Van todos a parar a este pueblo. Allí hay miles, millones de perros que se esconden por el día, pues no vi ninguno, pero salen por la noche de sus guaridas y cuevas y se ponen todos juntos a ladrar, y ala, allá van. Y no se cansan los cabrones. Y a media noche cuando ya estás hasta los huevos, empiezan a aullar como si lloraran la pérdida de algún peregrino que se acaba de suicidar harto de no poder pegar ojo en toda la puta noche. Y como por arte de magia, cuando sale el sol, el Gran Capitán da la orden y se callan todos los hijoputas y desaparecen de la faz de la tierra.
Bueno, espero que el día sea mejor, como lo fue, hasta la noche siguiente. Otra buena cena, paseíto, charleta con las abuelas y a dormir. Cuando no hago más que pegar los ojos, se lo juro por mis muertos más tiernos, creí que me iba a dar un síncope cuando oí al dúo Pimpinela cantando a toda hostia rompiendo el breve silencio de la noche ¡Vete! Olvida que existo… Cagondiós, qué coño es esto. ¡Una verbena!, y lo más extraño es que recorrimos todo el pueblo y no vimos ningún escenario ni nadie nos dijo que hubiera una verbena, pues la fiestas no empiezan hasta el día 3 ¡Y pega la vuelta! Jamás te pude comprender… Y luego el Opá, y ¿Mami que será lo que tiene el negro?... ¿no lo sabe? El negro tiene un perro como un avión, porque al acabar la verbena el Gran Capitán dio la orden y todos los perros del mundo empezaron de nuevo a darme por el culo otra puta noche.
Y lo peor de todo no es esto, no, lo peor es que la parienta al levantarse me dijo que ya hacía mucho tiempo que no dormía tan a gusto como estas dos noches. Se lo juro, snif, bua. ¿Qué se puede hacer en casos como éste? ¿Es esto un motivo de divorcio?

19/7/07

OPINIONES

En un sistema democrático está extendida la idea de que todas las opiniones son respetables. La libertad de expresión que ampara toda constitución democrática no otorga a quién la ejerce el derecho a opinar y a decir lo que le venga en gana. Evidentemente no se puede insultar, ni denigrar, ni injuriar a una persona. Pero y opinar ¿Se puede opinar de cualquier cosa libremente sin más? ¿Tenemos que respetar por cojones todas las opiniones, nos gusten o no?
Yo opino que no, por muy respetable que sea el derecho a opinar no puedo respetar cierto tipo de opiniones. Por ejemplo no respeto que se me diga que todo fin justifica los medios, por tanto que el terrorismo es un medio legítimo para alcanzar algo, quien opina así es un ser despreciable que no me merece el mínimo respeto. Tampoco puedo respetar a quien opina que las mujeres están para servir a los hombres y que por tanto se puede hacer con ellas lo que se quiera. Pues no, lo siento, este tipo de opiniones, que abundan, y mucho, no son en absoluto respetables.

17/7/07

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS


TÍTULO ORIGINAL: THE BOY IN THE STRIPED PYJAMAS

AUTOR: JOHN BOYNE

EDITORIAL: SALAMANDRA

Nº DE PÁGINAS: 217

PRECIO: 12.50 €

GÉNERO: NOVELA

ARGUMENTO: En la contraportada del libro normalmente se hace un pequeño resumen del libro a modo de argumento, sin embargo en este libro esto no ocurre. El editor, con buen criterio, creo yo, explica las razones por las cuales no conviene desvelar el contenido del libro. Solamente dice, y cito textualmente: “si decides embarcarte en la aventura (de leer el libro), debes saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años, cuando se muda con su familia a una casa junto a una cerca. Cercas como ésa existen en muchos sitios del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca con una”

OPINIÓN PERSONAL: Tiene razón el editor cuando no desvela nada del libro en la contraportada. La historia va dando una serie de sorpresas que te dejan alucinado cuando se revelan. El libro es de una ternura y una crudeza escalofriantes. Continuamente pasas de la sonrisa inocente a una indignación sofocante.
A este libro le va a pasar como a “La Sombra del Viento”, va a funcionar con el boca-oreja y con el tiempo se va a convertir en todo un clásico, para el bien de todos. Muy recomendable sobre todo para adolescentes.
La lectura es muy fácil, el lenguaje sencillo y los diálogos amenos. Yo me lo he leído en un solo día porque te engancha desde la primera página. Todo un descubrimiento.

11/7/07

EL INFIERNO PUEDE ESPERAR

Al hilo de algunos comentarios que se han hecho en la entrada anterior, publico un cuento que escribí hace ya algunos años. Espero que les guste.


Cuando abrió los ojos y la vio allí sentada al pie de la cama no se asustó, ni siquiera se extrañó, la estaba esperando desde hacía algún tiempo, y ya pensaba que se había olvidado de él. Era tal y como se la había imaginado, o más bien, como la había visto en mil y un grabados, tanto antiguos como modernos. En ese momento pensó si su aspecto era ese porque sí, o si los hombres la habían pintado así por representarla de alguna manera y ella había adoptado esa apariencia porque los hombres así lo habían decidido. Llevaba un hábito negro, casi gris por el paso del tiempo, viejo y roído. La capucha era muy grande y desde donde él estaba no conseguía verle la cara. Tampoco podía verle las manos, pues las mangas eran muy largas y anchas y ocultaban todo el brazo, aunque no cabían dudas de que era ella, pues con la mano derecha sujetaba una guadaña cuyo filo resplandecía por el reflejo de la luz de la pequeña lámpara de la mesita.

Estaba tranquilo. No tenía miedo, sólo cuando ella lo miró y consiguió verle el rostro, le recorrió un escalofrío desde la cabeza hasta los pies que le erizó el pelo de allí por donde pasaba. Las cuencas de los ojos eran como un agujero negro que no tiene principio ni fin, y le absorbían con su mirada queriéndoselo tragar allí mismo. La sonrisa eterna parecía que le estuviese pidiendo disculpas por lo que iba a suceder y la falta de uno de sus dientes le daba un aspecto tan tragicómico que estuvo a punto de provocarle una carcajada, pero se contuvo, en estos momentos tan serios no podía perder la compostura...

No sabía bien por qué, en ese instante cambió de parecer. Se le esfumaron las ganas de irse y decidió esperar un poco más, bastante más, aquel ser le había causado una mala impresión, mirándolo bien, incluso repugnancia, no le resultaba grata la compañía y no sería buen acompañante en tan largo viaje. Por tanto era mejor quedarse: cuanto más tiempo mejor.

- ¿Estás preparado? –le dijo el extraño personaje.
- Lo estaba, pero me lo he pensado mejor –respondió.
- Ja, ja, ja. Tienes miedo, todos lo tienen, es normal, no te preocupes.
- ¿Miedo? No, simplemente no tengo prisa.
- Pero yo sí y no puedo perder el tiempo, tengo mucho trabajo.
La voz del extraño sonaba hueca y retumbaba en sus oídos como si se encontrara en el interior de una gruta, y lo más curioso era que la voz procedía de todos los puntos de la habitación y de ninguno en concreto. Lo cierto era que no movía la boca para hablar.
- ¿De dónde vienes?- Tenía clara la estrategia. Debía prolongar al máximo la estancia de aquel ser en su habitación hasta conseguir que se desesperara. El tiempo en esos momentos corría a su favor y por lo tanto debía aprovecharlo.
- Qué más da. De muchos lugares a la vez.
- ¿Puedes estar en más de un lugar al mismo tiempo? ¿Tienes el don de la ubicuidad?
- La lista ya está hecha, yo sólo tengo que seguirla. A veces hay más de uno en el mismo renglón y me tengo que multiplicar –contestó con desgana.
- Pero si en vez de dos por ejemplo hay mil...
- Pues entonces me multiplico por mil. ¡Vámonos!
Lo estaba consiguiendo, sabía que se estaba desesperando. Había elegido el buen camino y debía perseverar y seguirlo.
- No te pongas así, gracias a mí, mucha gente va a tener un ratito más. Incluso por ese pequeño instante más de alguien importante, podría cambiar la historia.
- La historia ya está escrita, ni siquiera una hora o un día más conseguirían cambiarla. Los acontecimientos se suceden según un orden lógico establecido de antemano. El que quiera salirse de él está condenado a morir en vida.
La voz sonó serena, suave, casi resignada. De repente se levantó. El colchón de la cama no recuperó su forma anterior, sencillamente porque aquel ser, al sentarse, no lo había deformado. Su altura era prominente, mediría más de dos metros, y la capucha rozaba el techo de la habitación. La guadaña la llevaba inclinada como si estuviese presentado armas al mismísimo diablo.
- ¿Ese orden lógico lo establece Dios?
- Dios no existe.
- Cómo que no existe, entonces tú para quien trabajas ¿Para el diablo acaso? –Al decir esto se estremeció y vio como le clavaba las cuencas vacías en sus ojos. Por el diente mellado expulsó un aire viciado que olía a putrefacción al mismo tiempo que el hábito que lo cubría se encogía.
- ¡Tenemos que irnos, tengo mucha prisa!
- ¡Yo no voy, me quedo! –Se quedó impresionado por el arrojo y el aplomo que había tenido al pronunciar esa frase. “Alea jacta est” pensó.
- Ja, ja, ja... Te he dicho que alterar la lista te puede acarrear consecuencias muy graves.
- Es igual me arriesgaré –contestó.
- Muy bien, tú mismo. Ahora tengo que irme. Cuando quieras algo: llámame.
- Puedes irte tranquila, espero tardar mucho en volverte a ver. –El corazón le latía con fuerza y se le cortaba la respiración. Lo estaba consiguiendo. Sí, se iba a ir sin él.
- Hasta pronto.
- Hasta muy tarde, ja, ja, ja... Por cierto, ¿dónde vas ahora?
- No creo que quieras saberlo.
- Por favor, es simple curiosidad. –Insistió.
- Voy a recoger a dos jóvenes que han tenido un accidente de tráfico. Iban a excesiva velocidad y se han salido en una curva.
- Pobrecitos. No se debe correr con el coche, es muy peligroso. –Dijo con cierta jovialidad. Estaba eufórico.
- Iban tan deprisa porque les habían llamado por teléfono diciéndoles que su padre estaba a punto de morir, aunque al final su padre se ha salvado.
- Qué lástima. Total por una falsa alarma. –Dijo con cierto cinismo.
- Eran tus dos hijos que venían a verte... –Y desapareció.

7/7/07

HISTORIA DE LA P. MISERIA

La P. Miseria vivía en una casa medio derruida y apartada en la más absoluta miseria. Era vieja y decrépita y su carácter huraño la había convertido en una persona desagradable. Delante de su casa había una gran higuera que le proporcionaba alimento prácticamente todo el año. Así y todo, muchas veces acudían los muchachos de alrededor a robarle los higos, lo que cabreaba mucho a la P. Miseria.
Una noche de tormenta que llovía a cántaros, llamaron a la puerta. La P. Miseria abrió y apareció una bella mujer vestida de negro y totalmente empapada. La P. Miseria se apiadó de ella y la invitó a pasar. Le secó la ropa en el fuego y le dio para comer un trozo de pan duro y unos higos secos. Después le preparó una cama con una sábana y un montón de hojas secas. Al día siguiente la mujer de negro le dijo a la P. Miseria que era la Muerte y que había venido a llevársela. La P. Miseria le pidió que por favor la dejara vivir un poco más, que aunque no tenía nada, le tenía mucho aprecio a la vida. La Muerte, como la había acogido tan bien en su casa sobre ser tan pobre, se apiadó de ella y le dijo que le daría tres años más de vida, tras los cuales vendría a por ella. La P. Miseria antes de que la Muerte se fuera le pidió otro favor: que encantara la higuera para que todo aquél que subiese no pudiera bajar hasta que no lo dijera ella. La Muerte se lo concedió y se fue. A partir de ese momento todos los niños que subían a robar higos se quedaban pegados a las ramas de la higuera y no podían bajar hasta que no lo dijera la P. Miseria. Poco a poco dejaron de ir a robar higos y la P. Miseria se quedó sola.
Transcurrieron los tres años y la Muerte volvió para llevarse a la P. Miseria. La P. Miseria le pidió un último favor antes de irse con ella; que le cogiera unos cuantos higos de esa higuera que la había estado alimentando durante tanto tiempo y a la que tanto quería. La Muerte subió a la higuera, pero como no se acordaba del encantamiento que hizo hacía tanto tiempo, se quedó pegada a una rama. Le rogó a la P. Miseria que la bajara de allí, pero la P. Miseria le dijo que si quería que la bajara, no tenía que volver nunca más a por ella. La Muerte no tuvo más remedio que aceptar y se fue. Después de esto la P. Miseria abandonó la casa y se fue a recorrer el mundo dejando su huella allí por donde pasaba.

EL ALFARERO


Una vieja leyenda etíope dice:
Cuando Dios hizo al hombre, lo hizo de barro. Cuando ya tenía la forma, lo puso en el horno, pero como aún no controlaba bien la cocción del barro, se quemó la figura y salió un hombre negro. Bueno, dijo Dios, la próxima vez lo sacaré antes. Y así lo hizo, pero lo sacó demasiado pronto y salió el hombre blanco. Y por fin, tras un tercer intento sacó al hombre en su justo punto de cocción; y apareció el hombre etíope.

También en la Biblia se dice que Dios hizo al hombre de barro, y que para hacer a la mujer le sacó una costilla al hombre. Se ve que ya no había más barro en todo el paraíso.

Conclusión: Dios es un mal alfarero.