Según la ONG Transparencia Internacional, que elabora todos los años una lista de países según su grado de corrupción, España ocupaba en 2007 el puesto 26 como país menos corrupto. Los más corruptos eran Somalia, Myanmar e Irak, y los menos Nueva Zelanda, Dinamarca y Finlandia.
Después de los casos de corrupción destapados últimamente en nuestro país, seguro que habremos descendido unos cuantos puestos en la lista. Pero la corrupción no hay que ir a buscarla sólo entre los políticos, sino que se está estableciendo entre las empresas como una práctica de lo más normal, casi regulada por convenio colectivo.
Todos tenemos muy claro que muchos alcaldes, aunque no todos, afortunadamente, reciben sobres bajo mano para recalificar terrenos o para conceder contratas a empresas de construcción y obras públicas, y que estos sobornos sirven tanto para financiar a los partidos políticos como para enriquecer a los propios ediles. Pero entre las empresas pasa lo mismo. Los encargados de subcontratar a otras empresas para que hagan determinados trabajos, se sacan un sobresueldo extra, mucho mayor que el que tienen estipulado en la nómina, a base de gratificaciones que piden de forma descarada: aquella empresa que llene más el sobre para el encargado, será la que se quede la subcontrata. Evidentemente, quien paga la gratificación no es el empresario, sino el trabajador al que implícitamente se le exigirá un mayor esfuerzo y un mayor rendimiento para cubrir el margen de sobrecoste de la misma.
Pero esto no sólo pasa entre empresas, sino también entre particulares. Cada vez es más común, y ahora con la crisis mucho más, que un individuo le exija una gratificación o alguna prebenda a un autónomo o a una pequeña empresa para conseguirle un cliente, generalmente algún amigo o familiar. Y esto se está convirtiendo en una rueda que cada vez se va haciendo más grande y que acaba perjudicándonos a todos en general, porque lo único que hace es encarecer los precios y empobrecer la calidad de los trabajos para cubrir el sobrecoste de los sobornos.
7 comentarios:
Poco más se puede decir, que tienes razón, esperemos que a nosotros no nos salpique más todavía, ni entremos a formar parte de esos tipos.
Un besooo
Ya hace años que escucho hablar de corrupción en todos los ámbitos de nuestra sociedad, también en funcionarios, en sindicatos, en la medicina. Ahora la corrupción está más en los medios pero me temo que es por una cuestión política, es decir, saquemos este caso y el otro y no hablemos de crisis, de paro, de depresiones, etc.
Hay que joderse..
Espero que a nuestra generación no le toque demasiado.
Un tema complicado, compa Corpi. Porque, llegados a cierto punto, y vista la permisividad social ante determinadas conductas, la falta de reproche moral ante ciertos hechos, a lo mejor habría pensar que esto va a ser algo consustancial (o casi) a la condición humana. Otro tema es el de los mecanismos para su control y depuración de responsabilidades, que ahí sí que, posiblemente, habría que hilar mucho más fino. Pero no es fácil, no...
Un abrazo y buen fin de semana.
Acabo de leer a Julio Anguita decir algo así como que España está instalada en un estado de gangrena institucional.
Pues eso.
El urbanismo y las contratas públicas de todo tipo están absolutamente enfangadas, sea cual sea el partido que gobierne el ayuntamiento, diputación,comunidad autónoma y lo que sea.
Y nada de esto tiene visos de cambiar; los partidos políticos se lo han montado muy bien, creando un tupido sistema. Y los ciudadanos, huérfanos de crítica y absolutamente desinteresados en todo lo que no sea las peleas entre la Esteban y la Campanario...
La corrupción en España es un tema muy preocupante, jodidamente preocupante. Pero ¿sabes lo que me preocupa aún más?, la casi absoluta falta de reprobación social, es como si gran parte de la ciudadanía "entendiera" que exista corrupción. Una pena Corpi.
Saludos
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