20/8/10

MARICONES DE PLAYA


Esta tarde la he pasado en la playa de l’Albir, en l’Alfàs del Pi (Alicante), disfrutando de sus aguas limpias y cálidas y de su magnífico paisaje con el Peñó d’Ifach al fondo. Contrariamente a lo que yo pensaba, la fauna humana, mayormente foránea por esos lares, es idéntica a la nuestra, las únicas características morfológicas que nos diferencian son las archiconocidas por todos: más altos, más rubios y más blancos (jamás se hacen morenos, del blanco pasan al rojo ¡a lo bestia!). Y ahora también, como los nuestros: más musculosos, más depilados y más tatuados. ¡Un horror, vamos!
Mirando estos ejemplares pavoneándose y mostrando palmito por la orilla del mar, me he acordado de una canción de Siniestro Total que cantaban allá por los años ochenta, “Más vale ser punkie que maricón de playas”.

Y yo con mi chica puercoespín
viajo siempre en limousine
no me gusta el pipermint
ni el perfume patchoulí

¿Sabías que a Bryan Ferry le huele el aliento?

Más vale ser punkie que maricón de playas

12/8/10

ESCRIBIR


Escribir una novela es como estar enamorado. Las sensaciones y los sentimientos que se tienen respecto a una persona, los estoy experimentando yo respecto a la novela.
Empecé a escribirla allá por octubre de 2008. Lo que empezó como un simple divertimento y una manera de llenar el tiempo, se ha convertido en una obsesión. Terminé la tercera revisión en junio y entregué las copias a unos amigos para que la leyeran y me dieran su opinión. Pues bien, cuando las entregué, tuve la sensación de que había traicionado a mi novia, que otros ojos iban a hollar aquello que tanto me había costado conseguir y que iban a descubrir todas nuestras intimidades. Poco a poco fui haciéndome a la idea y empecé a desesperarme, ansioso por saber qué les había parecido. A diferentes ritmos, mis amigos han leído la novela y cada uno, libremente, me ha dado su opinión. Afortunadamente para mí coinciden en muchos aspectos, lo que me va a facilitar el trabajo a partir de ahora, pero ese trabajo que yo pensaba que sería mínimo, estoy pensando que se va a alargar en exceso, quizá todo un año más.
Ahora me encuentro en un periodo de reflexión, un tiempo en el que siento que mi amada se ha marchado muy lejos y que no sé cuándo volverá. Intento olvidarme de ella para eliminar su atracción envolvente pero me resulta imposible. A cada momento se me aparecen fragmentos de la historia en la cabeza que llegan incluso a impedirme el sueño en estas pesadas noches de verano. Podría empezar mañana mismo a revisar de nuevo la obra, perdiendo perspectiva aunque ganando horas de sueño, pero considero que es mejor esperar. Además, las opiniones que he recogido de mis primeros lectores aún deambulan desordenadas por mi cabeza y necesitan un tiempo prudencial de maceramiento para que todo salga perfecto.
Contrariamente a lo que pensaba nuestra relación no se ha enfriado, sigue viva y muy fuerte. La quiero y la deseo, y estoy seguro de que ella también a mí, pues ella aún me necesita más. Sé que algún día me la llevaré a la cama y la haré completamente mía, si no lo es ya.

2/8/10

¿SABEMOS DIVIDIR?


-A ver, Jaimito –dice la maestra-: si un litro de insecticida de los que se utilizan en la agricultura, concretamente Bermectine, vale 52 euros, ¿cuánto valdrá un cuarto de litro de ese producto?
“Por fin –piensa Jaimito- un problema superfácil que podré responder después de tantos años siendo el más burro de España, porque según me han enseñado, y me acuerdo, la cuarta parte de una cosa se obtiene dividiendo esa cosa por cuatro; por tanto, 52 dividido entre 4 da 13”.
Jaimito, con aire triunfal y una sonrisa de felicidad en su cara, se levanta de la silla y grita a los cuatro vientos:
-¡Trece euros, señorita!
Jaimita, la empollona de la clase, se lamenta y maldice mientras esconde disimuladamente el brazo que ya tenía medio levantado confiada en que Jaimito erraría una vez más la respuesta.
-¡Muy mal! –retumba como un trueno la voz de la señorita maestra entre las cuatro paredes de la clase dejando a todos los niños, y en especial a Jaimito y a Jaimita, estupefactos.
-A ver, Jaimita, tú que eres la más lista de la clase, ¿cuál es la respuesta correcta?
Jaimita traga saliva, se levanta con temor de la silla, y con el rostro ruborizado, la mirada huidiza y un hilillo de voz, contesta:
-Trece euros, señorita.
-¡¿Cómo?! ¡¿Tú también?! ¡Mal, muy mal! A ver, ¿no hay nadie en la clase que sepa la respuesta?
Todos los niños revisan una y mil veces la división, se repasan mentalmente la tabla del cuatro, algunos, disimuladamente sacan la calculadora y hacen la operación: 52/4=13. Otra vez: 52/4=13… No, no, no; otra vez: 52/4=13… mierda… 52/4=13.
-¡Sois unos burros! ¡Os voy a suspender a todos las matemáticas! –grita histérica la señorita maestra al ver que nadie sabe la respuesta correcta-. No podéis hacer una operación matemática sin tener en cuenta las posibles variables estructurales, macro y micro-económicas, políticas y de coyuntura internacional, sin olvidar, por supuesto, los pingües beneficios empresariales. Si pensáis así, el día que salgáis ahí afuera, donde una manada de lobos os espera agazapados con las fauces abiertas, os timarán y os engañarán como a los ignorantes agricultores que, por no saber dividir correctamente, les cobran 32,52 euros por un cuarto de litro de un producto que vale 52 euros el litro.