¿En qué idioma se comunicarán los dos?
¿En catalán?
¿En euskera?
¿En inglés?
¿En francés?
¿En latín?
¿En esperanto?
¿En griego clásico?
¿En indoeuropeo?
¿Con el lenguaje de los signos?
¿En swahili?
Aprovecho para desear a mis escasos y queridos lectores un feliz año 2015. Y
que sean tan felices como imaginarse puedan; y que tengan tanta imaginación como ganas de procrear acumulen.
Toda afirmación hecha sin pruebas, puede ser rebatida por una negación sin pruebas. (Euclides de Alejandría)
31/12/14
3/12/14
Nunca es tarde
Esta carta me la acaba de enviar un amigo y me ha parecido interesante publicarla.
Querido
Corpi:
Por fin
parece que se ve luz al final del túnel, y que las plegarias que diaria y
devotamente rezo no caen en saco roto. Desde que tuvimos noticias de que Carlos
Fabra iba a ingresar en prisión, que los presidiarios de las cárceles de Madrid
y de la Comunidad Valenciana estábamos sin dormir. En Valencia porque es su
comunidad, y por tanto está más cerca de su casa; y en Madrid porque es aquí
donde viven tres de sus cuatro hijos, y claro, el hombre ya está mayor.
No te puedes
imaginar el alborozo que se había creado, sobre todo en la cárcel de Soto del
Real, donde está ingresado su buen amigo (y seguro que también socio en algún
trapicheo), Bárcenas. Sí, las apuestas en los centros madrileños estaban
encaradas a que ingresaría allí, en Soto del Real. Pero yo tenía fe; yo rezaba
todos los días y le pedía fervientemente a Dios que nos lo mandara a nosotros.
Muchos se reían de mí cuando lo decía, pero yo no les hacía caso y seguía
pregonando que nos lo traerían a nosotros. Aún así, a pesar del escepticismo en
el que en mi centro tenían por que viniera a hacernos compañía, se
establecieron, como en todos los centros penitenciarios, peñas de juego. Moros,
rumanos, lituanos, rusos, gitanos, payos… hasta los etarras hicieron sus peñas,
y también los funcionarios se han unido a nosotros. Desde que se tuvo aquella
extraordinaria noticia, (que Dios bendiga a los jueces, y al Gobierno por no
concederle el indulto), que desaparecieron las drogas de la cárcel para dar
paso al dinero. Sí, amigo mío, en aquellos recónditos lugares del ser humano en
el cual se transportaba la droga para el consumo interno, ahora se llenaban de
billetes de cincuenta euros. En su modestia, los internos pedían dinero a sus,
mayoritariamente, empobrecidas familias para tener una mayor cuota de
participación en la peña.
Ah, querido
Corpi: no te puedes imaginar la alegría que tuvimos cuando vimos entrar por la
puerta al Muy Ilustre Carlos Fabra. Con ese aspecto fanfarrón, de tío hecho a
sí mismo, caminaba por la galería hacia su celda como si fuera el pasillo de su
casa y se dirigiera al comedor a cenar. Los aplausos, los gritos de ánimo, las
oraciones de gracias se elevaban entre las órdenes de los funcionarios que nos
conminaban a callar. Pero era imposible. ¡Era tan grande la alegría!
Y es que este
año sí, amigo Corpi, este año nos va a tocar a todos los presos de la prisión
de Aranjuez, LA LOTERÍA.
12/8/14
La crisis de Ucrania y los trileros españoles
La crisis de Ucrania y el bloqueo de Rusia a los productos europeos va a ser, está siendo ya, una oportunidad de negocio para muchos mangantes españoles. Y es que no hay mal que por bien no venga, como dice acertadamente nuestro refranero.
En un periodo, el estival, en el que hay escasez de noticias, cualquier acontecimiento, por insignificante que sea, es tratado con profusión por los medios de comunicación porque hay que llenar páginas de periódicos y minutos de radio y televisión. Antes teníamos más suerte y nos amenizaban con minutos musicales. Entonces, estos medios, contactan con grandes expertos en la materia, creadores de opinión, que nos instruyen, documentan y adoctrinan sobre la materia en concreto. Muchos de esos expertos no son más que otros periodistas que saben tanto, saben de todo, que son capaces de opinar de la situación en Gaza, de la crisis económica en Guinea Bissau o de la invasión del caracol trompeta en las islas Galápagos. Y hala, allá van: opinan, dan datos (de memoria, no se crean), reflexionan profundamente, se enfadan si les llevan la contraria, y sacan conclusiones que ni los de la ONU. Si en estos organismos internacionales estuvieran atentos a muchos de nuestros periodistas, la solución que buscan con tanto ahínco a los grandes problemas mundiales estarían solucionados en un periquete.
Pero como dije al principio, me voy a referir al problema de la prohibición de Rusia a importar productos de la Unión Europea. Desde que se dio a conocer la noticia, nuestros medios de comunicación no han parado de buscar cuáles son los principales sectores de la economía que se van a ver más afectados. Inmediatamente han lanzado a sus corresponsales a recorrer el país en busca del labrador, del pastor, del pescador, del lechero… para, en muchos casos, darles ellos en primicia la noticia para ver en directo la reacción del pobre entrevistado y así poder preguntarle, con gran abatimiento, qué va a hacer ahora que no le van a comprar sus productos, como si todo lo que se produce en España fuera a parar al mercado ruso. Y aquí está el quid de la cuestión: parece que nos quieran hacer creer que todo lo que producimos se lo comen los rusos, cuando, en lo que se refiere al sector primario, al mercado ruso sólo se envían el 2% de nuestras exportaciones.
Les voy a exponer qué está pasando en el sector citrícola, que es el que más conozco:
Todos los años, cuando llegan estas fechas, ya se están haciendo los primeros contratos de compra-venta de naranjas. Los comerciales de los empresarios salen a recorrer los campos y van apalabrando el precio de las naranjas según las variedades, para luego firmar los contratos. Pero desde que apareció la noticia de la prohibición de Rusia de importar productos agrarios de la UE, los comerciales han desaparecido del campo. Seguramente se habrán ido todos de vacaciones y estarán encantados leyendo la prensa, escuchando la radio y viendo la televisión, y calibrando el excelente trabajo que les están haciendo los medio de comunicación, acojonando y acojonando sin parar a los ganaderos, agricultores y pescadores españoles que, como siempre, van a pagar el pato del juego sucio que los trileros de este país les van a hacer en las próximas negociaciones. Así, cuando sea el momento preciso, regresarán al campo y les ofrecerán a los agricultores dos pesetas por sus naranjas porque el precio ha caído por culpa de los malditos rojos rusos. «O lo tomas o lo dejas».
Pero, eso sí, usted, sufrido consumidor, esté tranquilo que no va a ver disminuido ni un céntimo el precio de los productos agrarios en el supermercado, ni un céntimo. Usted seguirá pagando lo mismo, el intermediario va a ganar más y al productor que le den, que le sigan dando, que el agujero ya está bien dilatado y por allí ya pasa hasta una legión romana, con intendencia y todo.
En un periodo, el estival, en el que hay escasez de noticias, cualquier acontecimiento, por insignificante que sea, es tratado con profusión por los medios de comunicación porque hay que llenar páginas de periódicos y minutos de radio y televisión. Antes teníamos más suerte y nos amenizaban con minutos musicales. Entonces, estos medios, contactan con grandes expertos en la materia, creadores de opinión, que nos instruyen, documentan y adoctrinan sobre la materia en concreto. Muchos de esos expertos no son más que otros periodistas que saben tanto, saben de todo, que son capaces de opinar de la situación en Gaza, de la crisis económica en Guinea Bissau o de la invasión del caracol trompeta en las islas Galápagos. Y hala, allá van: opinan, dan datos (de memoria, no se crean), reflexionan profundamente, se enfadan si les llevan la contraria, y sacan conclusiones que ni los de la ONU. Si en estos organismos internacionales estuvieran atentos a muchos de nuestros periodistas, la solución que buscan con tanto ahínco a los grandes problemas mundiales estarían solucionados en un periquete.
Pero como dije al principio, me voy a referir al problema de la prohibición de Rusia a importar productos de la Unión Europea. Desde que se dio a conocer la noticia, nuestros medios de comunicación no han parado de buscar cuáles son los principales sectores de la economía que se van a ver más afectados. Inmediatamente han lanzado a sus corresponsales a recorrer el país en busca del labrador, del pastor, del pescador, del lechero… para, en muchos casos, darles ellos en primicia la noticia para ver en directo la reacción del pobre entrevistado y así poder preguntarle, con gran abatimiento, qué va a hacer ahora que no le van a comprar sus productos, como si todo lo que se produce en España fuera a parar al mercado ruso. Y aquí está el quid de la cuestión: parece que nos quieran hacer creer que todo lo que producimos se lo comen los rusos, cuando, en lo que se refiere al sector primario, al mercado ruso sólo se envían el 2% de nuestras exportaciones.
Les voy a exponer qué está pasando en el sector citrícola, que es el que más conozco:
Todos los años, cuando llegan estas fechas, ya se están haciendo los primeros contratos de compra-venta de naranjas. Los comerciales de los empresarios salen a recorrer los campos y van apalabrando el precio de las naranjas según las variedades, para luego firmar los contratos. Pero desde que apareció la noticia de la prohibición de Rusia de importar productos agrarios de la UE, los comerciales han desaparecido del campo. Seguramente se habrán ido todos de vacaciones y estarán encantados leyendo la prensa, escuchando la radio y viendo la televisión, y calibrando el excelente trabajo que les están haciendo los medio de comunicación, acojonando y acojonando sin parar a los ganaderos, agricultores y pescadores españoles que, como siempre, van a pagar el pato del juego sucio que los trileros de este país les van a hacer en las próximas negociaciones. Así, cuando sea el momento preciso, regresarán al campo y les ofrecerán a los agricultores dos pesetas por sus naranjas porque el precio ha caído por culpa de los malditos rojos rusos. «O lo tomas o lo dejas».
Pero, eso sí, usted, sufrido consumidor, esté tranquilo que no va a ver disminuido ni un céntimo el precio de los productos agrarios en el supermercado, ni un céntimo. Usted seguirá pagando lo mismo, el intermediario va a ganar más y al productor que le den, que le sigan dando, que el agujero ya está bien dilatado y por allí ya pasa hasta una legión romana, con intendencia y todo.
23/7/14
La segunda
Hace ya
algún tiempo terminé mi segunda novela. En estos momentos ya estoy enfrascado
en una nueva, pero el verano, al menos para mí, es mal momento para escribir, y
no es por el calor, el cual soporto mejor que el frío, sino porque el tiempo
que debería dedicar a escribir lo empleo en otras cosas. Y es que escribo por
placer, sin ponerme ninguna meta, sólo porque quiero escribir, sin horarios,
pero con disciplina. Porque si una cosa tengo clara es que va a ser
prácticamente imposible que una persona como yo publique nunca una novela. Y no
porque el producto sea malo, no soy quién lo va a juzgar, sino porque por una
persona completamente desconocida, sin ninguna referencia en el mundo
editorial, sin influencias, y viviendo lejos de cualquier olla donde se cuece
el mundillo de la creación literaria, nadie va a arriesgar un duro por ella. La
única posibilidad es que suene la flauta con algún concursillo literario, no
muy pretencioso, eso sí, y que alguien decida arriesgar a ver qué pasa.
De esta
segunda novela me han dicho que es mejor que la primera. Yo creo que no, pero
para gustos, colores. Eso sí, es más corta, tanto como la mitad de la otra.
Aquí les
dejo la sinopsis de la historia:
Al día siguiente de finalizar la
batalla del Ebro, un grupo de siete soldados republicanos a las órdenes del
sargento Jaume Rubiols se encuentran atrapados en territorio ahora nacional, sin posibilidad alguna de
cruzar el río Ebro para regresar con los suyos. Decididos a no entregarse ni a
dejarse capturar, acuerdan internarse en zona enemiga y llegar hasta las
lejanas montañas del Montsagre para refugiarse y esperar tiempos mejores.
Por otro lado, el capitán del
ejército sublevado Alberto Bastida por fin dará con la pista fiable que andaba
buscando durante toda la guerra y que le llevará, tras una larga persecución, a
encontrarse con su viejo amigo Jaume Rubiols, quien ahora es su enemigo. Pero
no es porque Rubiols sea republicano por lo que Bastida lo persigue. La última
vez que se vieron, el 18 de julio de 1936, quedaron muchas cosas pendientes
entre ellos, sobre todo por parte de Alberto Bastida.
4/3/14
En la feria del libro de ocasión
Tengo por
tradición personal acudir todos los años a la Feria del libro antiguo y de
ocasión de Valencia. Por estas fechas y hasta fallas, en la avenida Marqués de
Turia todos los años montan una magnífica feria que hace las delicias de todos los
que, como yo, nos gustan los libros. Este año hay treinta y cinco casetas en
las que se albergan librerías de toda España. Hay algunas que se están
especializadas en cómics o en libros antiguos, otras en cambio exponen toda
clase de libros. En este tipo de ferias se puede encontrar de todo y a muy buen
precio, y la verdad es que, al precio que están los libros nuevos en las
librerías, vale la pena acercarse a este lugar para aprovechar las ofertas.
Escarbando
entre los libros de viajes de una librería de Madrid, lamento no recordar el
nombre, tuve la suerte de presenciar una negociación muy interesante entre el
librero y un hombre que quería venderle unos libros antiguos, de esos con tapas
de cuero. Como la negociación se alargaba mucho y yo tenía un poco de prisa por
llegar a tiempo de ver la primera mascletà
del año, deje la discusión a medias. Pero por la tarde me acerqué a esa caseta
y le pregunté al librero por el resultado de las negociaciones. El hombre muy
amablemente me contó lo sucedido: la transacción no se trataba de una
compraventa, sino de un cambio; al final cambiaron de mano tres libros que
tienen un valor de más de 1500 euros del ala, casi nada.
Cuando
llevas unas cuantas casetas visitadas y has ojeado centenares de títulos, que
al final del día serán miles, te vas quedando en la mente con muchos títulos.
Los que más me han llamado la atención han sido los que se pueden leer en las
fotografías que ilustran esta entrada. No se pueden imaginar la cantidad de
libros de estos autores: Pío Moa, César Vidal y “Fedrico” Jiménez Losantos que
hay en los aparadores de estas librerías. Yo no sé la cantidad de volúmenes de
libros que este trío calavera habrán vendido, o dicho que han vendido, pero
remesas enteras de sus libros están en los anaqueles de las librerías de
ocasión. Y si quieren que les diga la verdad, creo que ahí tampoco se venden
mucho; ni a cinco euritos.
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