29/4/12

Por la Feria del libro


Ayer por la tarde estuve en la Feria del libro de Valencia. Todos los años la espero como un niño espera a los Reyes Magos, porque, si tengo algún vicio, es el de comprar libros. Aunque por desgracia la crisis y el miedo que nos están metiendo en el cuerpo me retrae a comprar más. A veces pienso que si hubiera un hipotético alguien que me dijera: “te doy mil euros si te los gastas en libros”, me los gastaría; si me diera dos mil, me los gastaría; si me diera cinco mil, me los gastaría…, y con mucho placer.
Pero la feria ayer daba pena verla. Por desgracia llovió poco antes de abrir y apenas había gente. Para mí era mejor, porque podía acceder a las casetas sin tener que pelear por encontrar un hueco entre las personas para aproximarme a los libros. Había tan pocos que, hasta a mí, que soy tan poco fotogénico, me grabó un cámara de TVE mirando libros. Igual salgo en la televisión. Pero si para mí era bueno, me sabía mal por los libreros, porque el sábado por la tarde es un buen momento para que la gente se acerque a la feria a comprar libros, y sin embargo ayer las cajas apenas se abrirían para recibir los escasos euros que aún quedan en nuestros bolsillos. Lo estuve comentando con algún librero, y los pobres, resignados, apenas se quejaban; ya han hecho costra con tanto varapalo al libro.
Lo que más me llamó la atención, más que otros años, fue que en la mayoría de las casetas había los mismos libros. Sólo eran quince o veinte títulos que se multiplicaban hasta la náusea. Incluso casetas especializadas en un tipo de libro determinado, tenían, en un rincón, esos grandes Best Sellers que las editoriales más poderosas nos quieren hacer tragar aunque sea con embudo. Libros de autores nórdicos de novela negra; de asesinatos y pseudohistóricos; y algún español apadrinado por una gran editorial era todo lo que se exponía. Vista una caseta, vistas todas. Ayer que iba con la intención de comprar algún clásico de don Pío Baroja o don Benito Pérez Galdós, regresé a mi casa sin nada de ellos.
En una caseta, a unos que estábamos escudriñando unos libros muy interesantes nos dijo la librera que eran de dos editoriales pequeñas, pero que como no tenían ayudas, los libros eran bastante caros (recuerdo que una editorial era Sajalín). Seguro que otras, no tan pequeñas, sí que reciben puntualmente sus ayudas oficiales.
Es una pena. Si es esa la cultura que quieren que tengamos, afinados vamos. 

17/4/12

¿REPSOL? Y a mí qué

Como si le hubieran puesto una chincheta en el escaño del Congreso al señor Rajoy en el momento de sentarse, hoy ha salido escopetado a defender la afrenta nacional que Argentina, o mejor dicho, su máxima dirigente, Cristina Fernández de Kichner, ha perpetrado contra España, o mejor dicho, contra una empresa ¿española? de energía, a saber, REPSOL. Como no podía ser de otra manera, el señor Rajoy debe defender los intereses de España allá donde sean vulnerados, y éste es el caso que los pérfidos argentinos nos han robado una parte de nuestro patrimonio nacional, una parte de nuestra antigua CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima; siempre salía en los exámenes de lengua cuando estudiábamos las siglas) y que privatizó Felipe González en 1992 (cosas veredes amigo Sancho), quedándose la mayor parte de ella REPSOL, quien mantuvo la marca hasta hace pocos años.
Ahora que REPSOL ha recibido un duro varapalo en Argentina, me gustaría saber por qué el gobierno español, que representa a todos los españoles, ha de salir en defensa de una empresa privada que lo único que busca es el máximo beneficio para sus accionistas. Si de verdad REPSOL es una empresa española y patriota que busca, además del beneficio de sus accionistas, el de todos los españoles, me gustaría saber por qué nos sube la gasolina al día siguiente de que se produzca algún cambio sustancial al alza en el barril de petróleo por alguna cuestión que no entiendo, como una crisis en la Cochinchina o porque un jeque se pone enfermo o por lo que sea; y por qué, cuando es al revés, cuando se produce una bajada importante en el precio del barril de petróleo, tarda semanas en reflejarse esa bajada en la gasolina que pagamos en las gasolineras. Me gustaría saber por qué el gobierno español debe defender a una empresa privada que gana miles de millones de euros y a la que se la refanfinfla que en España ahora hayan más de cinco millones de parados y que el país esté en la ruina, con gente que cobra salarios de miseria y que no tiene ni para comer, y que no saque a relucir su patriotismo español y nos baje el precio de la gasolina para que, en una situación tan difícil, tengamos un poco más de dinero en el bolsillo.
Quizá los del gobierno español han salido a defender a REPSOL porque ellos sí que tienen acciones en la petrolera.