24/7/12

Burros voladores


Vivimos en un país de mentirosos. Todos, a lo largo de nuestra vida, hemos dicho más de una mentira, por eso, si no nos confesamos, iremos al infierno. Ahora que los ciudadanos de la Católica España cada vez vamos menos a misa y nos confesamos menos, vamos a necesitar un amplio territorio en el averno para que quepamos todos.
Desde el último reinado de Felipe González la mentira se ha institucionalizado En España, y tanto José María Aznar como José Luis Rodríguez Zapatero la han utilizado para hacernos creer que los burros volaban. Y ahora ha venido el señor Mariano Rajoy para corroborarlo y además añadir que lo hacen con alas de fibra de carbono 14. Y nosotros nos lo hemos creído, hemos estado todos estos años mirando hacia el cielo viendo los burros volar, y había tantos que vivíamos en una sombra permanente, por eso a la mayoría les cuesta tanto hacerse morenos. Pero los burros se están cansando de tanto volar y ya empiezan a caer al suelo. Y al hacerlo nos golpean en la cabeza, y al levantar la vista al cielo vemos que, allí donde antes había un burro volando, ahora se ve un pedacito de azul; y empezamos a darnos cuenta de que no son burros lo que vemos volar, sino los engaños a los que nos han estado sometiendo para hacernos creer lo que no era.
Españoles: ha llegado nuestra hora. Ahora y en esta hora es llegado el momento de desenterrar la Tizona, de empezar a cortar las cabezas de todos esos mentirosos que nos quieren convertir en burros voladores, de todos, sin excepción, y, sobre sus despojos, hacer resurgir un nuevo país. Pinocho no puede ser nuestro dios.
Amén

14/7/12

¡Que ardan los políticos!


Hacia las doce del mediodía las vi de nuevo. Hacía un par de semanas que no aparecían por allí. Sólo iban dos; seguramente serían la madre y el hijo. El padre, más discreto, guardaría las distancias o los vigilaría desde un punto cercano. La mañana estaba clara y despejada, hacía calor y en esos momentos el aire estaba en calma. Las águilas, dibujando espirales, planeaban en silencio buscando las corrientes de aire cálido ascendentes que las empujaran hacia el cielo sin esfuerzo. Pero ese momento había sido, desgraciadamente, excepcional esa mañana. Desde temprano, de nuevo las avionetas y los helicópteros sobrevolaban nuestras cabezas dirigiéndose a los montes que quemaban, cerca de allí, la hermosaSierra de Mariola. Un nuevo incendio, y no pequeño (se han quemado 500 hectáreas) que sumar al infernal verano que estamos sufriendo en la Comunidad Valenciana. Hace unos días se quemaron 50.000 en los dos incendios de Cortes dePallás y Andilla, y unas semanas antes, 1.350 en el de Llocnou de Sant Jeroni. Estamos como en el año 1994. Ese año se quemaron en España 437.602 Ha., de las cuales más de 138.000 correspondieron a la Comunidad Valenciana. Aquel desgraciado año un incendio arrasó los montes de mi pueblo, y a mí casi me costó la vida: salí corriendo de dentro del bosque esquivando las piñas pasaban encendidas sobre mi cabeza y encendían los hierbajos secos que había a los lados del sendero; llegué al camino saltando por encima del fuego. Este año, en el primer gran incendio de la temporada también ardieron los montes de mi pueblo, aunque afortunadamente la superficie quemada no fue como la del 94. Ahora que las montañas empezaban a estar de nuevo preciosas… vuelta a empezar.
Y es que quema sobre quemado. La mayoría de bosques viejos ya han desaparecido. Estos bosques de alguna manera estaban bien gestionados y organizados. Los antiguos leñadores y carboneros cultivaban el bosque con mimo porque era su medio principal de vida. Podaban los árboles, serraban los que competían con los más fuertes para que crecieran más aprisa y, en definitiva, ordenaban el bosque para que diera el máximo rendimiento.
Pero cuando un bosque se quema, si la mano del hombre no entra a ordenarlo, crece a su libre albedrío, desordenadamente, y se convierte en una mecha difícil de apagar. Yo he llegado a contar 24 pinos en un metro cuadrado en una montaña que se regeneraba por sí sola. Y esto ocurre en grandes superficies. Este crecimiento desmesurado lo que consigue es que el desarrollo de las plantas sea mucho más lento debido a la gran competencia por el alimento, y a que, en caso de un incendio forestal, las llamas se propaguen con mayor celeridad. Si no conseguimos buscar un nuevo rendimiento al bosque, si no conseguimos que las masas forestales estén limpias, los sucesos que están ocurriendo estos días se repetirán hasta que no quede un solo pino en nuestras montañas. Muchas zonas de Alicante, por ejemplo, donde se han repetido varios incendios en los mismos montes, ahora están completamente desoladas porque la erosión se ha llevado el poco suelo fértil que quedaba. De ahí a convertirse en áreas desérticas sólo queda un paso.
Fabra el recortador y Serafín el prestidigitador
Pero como las desgracias nunca vienen solas, al ímpetu arrollador del fuego se le une la incompetencia desmesurada y endémica de nuestros políticos. Daba verdadera vergüenza, incluso asco, ver a la plana mayor de los politiquillos de turno visitar las zonas arrasadas, con cara compungida, sin corbata ni chaqueta, pero tampoco con mono y casco, hablando con la gente afectada, clamando venganza, ofreciendo ayudas (igualico que hicieron en el terremoto de Lorca, y ahí los tienes a los pobres). Y lo de la Generalitat raya en la ignominia política: después de recortar un 15% el presupuesto para la prevención y extinción de incendios, se los veías hacer malabares retóricos para explicar lo inexplicable, con la cara alta, sonrientes, con dos cojones.