20/11/10

RIDICULO

Que la libertad de expresión es un derecho y que cualquiera puede ejercerlo en cualquier parte (hablo de un país como el nuestro), afortunadamente ya no lo discute nadie. Pero cuando esa libertad de expresión se ejerce en un lugar y un contexto determinado, hay que ser muy cuidadoso con lo que se dice si no se quiere hacer el ridículo más espantoso y convertirse en el centro de las risas y burlas de todos los que allí se encuentran.
Esto lo digo porque el jueves fui a escuchar una charla que impartió el insigne Manuel Toharia sobre la materia del Universo. En su magnífica exposición habló de la evolución, tanto del Universo como de la vida en la Tierra, y como no, también trató el origen del Universo. Dijo que cuando se originó, hace unos 13.700 millones de años, en ese preciso instante comenzó el espacio y el tiempo, y que por lo tanto no se concibe hablar de antes de, simplemente porque el término antes hace referencia a un tiempo pasado, y como el tiempo se originó en ese instante, es imposible que antes de eso existiera nada. Después habló de las diferentes partículas, sólo cinco, de que está compuesta toda la materia del Universo, y de las distintas clases de fuerzas que existen, sólo cuatro. Con eso y las diferentes leyes que regulan sus interacciones funciona todo lo que existe.
Para explicar todo esto habló del método científico y dijo que, aunque hay muchas teorías por confirmar, la mayoría de las afirmaciones que hizo están demostradas científicamente, y por lo tanto son verdad.
Cuando terminó su exposición dio paso a la gente por si alguien quería hacer alguna pregunta. El primero en preguntar fue un hombre, de unos sesenta años, que empezó diciendo que a él no le había quedado claro que todo lo que se había dicho estuviera demostrado científicamente y que encontraba muchas incoherencias y muchas lagunas en lo que se había dicho. Don Manuel Toharia le dio la razón diciéndole que efectivamente había cosas que aún no estaban claras del todo, pero que las investigaciones que se estaban realizando iban por el camino de demostrar las teorías planteadas. Después este señor le dijo que, lo que más estaba en el aire, era el origen del Universo, ese Big Bang original que fue el comienzo de todo, y le planteó quién o qué había creado esa bola primigenia de energía anterior al Universo. Yo, que estaba en la segunda fila, mientras escuchaba la argumentación de este señor, miraba a don Manuel Toharia y observaba como, medio tapada por la mano, se curvaba una sonrisita sarcástica en su boca. Cuando terminó de hablar, sin alterarse, don Manuel le contestó que, si lo que estaba planteando era que quien había hecho aquella bola primigenia había sido Dios, que le demostrara quién había hecho a Dios. “¡A Dios no lo ha hecho nadie, Él se creó a sí mismo!” “En el Universo no se crea ni se destruye nada, todo se transforma”, le respondió con resignación don Manuel Toharia. Las risas, casi compasivas de la gente, fueron unánimes.