30/9/08

SOBRE EL FRÍO MÁRMOL

Hoy ha venido Luisa.
Es una de las pocas alegrías que tengo en un lugar como éste. Cuando viene siempre se sienta en el mismo lugar: en la esquina derecha. Es este hecho el que me revela su presencia, porque cuando llega siempre estoy durmiendo, pero el calor de su cuerpo sobre el frío mármol altera inmediatamente la temperatura del estrecho habitáculo y, en un lugar donde nunca pasa nada, una mínima alteración de algún factor, automáticamente me produce alguna reacción.
Luisa siempre viene vestida con una minifalda, y debajo lleva unas mínimas braguitas que apenas cubren aquello que deberían y que son el motivo de su existencia. Esto lo sé porque lo veo desde abajo. Lo que nunca llego a ver con detalle es la longitud y la latitud de su escote, que intuyo debe ser generoso por la cantidad y la calidad del material a enseñar. Luisa es muy guapa: tiene los ojos del color de la miel de azahar siempre abanicados por unas largas pestañas, y un pelo rizado y rubio, igual que el de su vello íntimo, que le cubre el cuello en una coqueta melena; unos pómulos marcados y unos labios carnosos enmarcan una nariz pequeña y redonda que le dan al conjunto el toque de gracia. Sólo tiene un pequeño defecto en el brazo izquierdo, por culpa de un accidente en su niñez, que le limita los movimientos de la mano, pero que no le impiden hacer cualquier trabajo, porque Luisa es una mujer fuerte y trabajadora.
Luisa es viuda y por eso está aquí. Su marido era un tipo extraño, y lo sigue siendo, pues apenas se relaciona con nadie. Durante su vida hizo mucho dinero y vivió muy bien, él y sus cinco esposas, a las que usaba y tiraba como si fueran un pañuelo de papel. Luisa fue la última esposa, y la madre de sus dos únicos hijos. En sus divorcios les dio buenas compensaciones a sus ex esposas, pero a Luisa lo único que le dejó son deudas y más deudas, todas las que acumuló en su desordenada vida. Pero Luisa sabe que su marido tiene dinero, mucho dinero; lo que pasa es que no sabe dónde está. Mientras vivía con él no había ningún problema: cuando necesitaba dinero sólo tenía que pedírselo, fuera la cantidad que fuera, y él sin preguntar para qué era, se lo daba. Así fue como Luisa consiguió ahorrar algo en una cuenta personal. Pero el tiempo ha pasado, y ella, dedicada en exclusiva a la educación de sus dos hijos, ha ido gastando hasta que se ha visto con el agua al cuello, y con la maldita certeza de que su marido tiene mucho dinero; pero no sabe dónde está. Por eso viene casi todos los días a visitar a su marido. Le cuenta cómo están los hijos, cómo van en el colegio, cómo están sus amigos… incluso le trae algunas flores. Y antes de irse le dice que buscó en tal o cual lugar pero que allí no había nada, que le diga de una vez dónde tiene escondido el dinero; después guarda silencio esperando una respuesta que nunca llega y se marcha.
Luisa es una buena mujer y jamás se debería haber casado con un tipo como ése. Y ella lo sabe, por eso cuando sale, en el umbral de la puerta del cementerio, siempre se vuelve hacia el nicho de su marido y dice: “ojalá te hubieran pegado el tiro antes de conocerte, cabrón”.
Luisa hoy se ha dejado una rosa roja sobre mi blanco mármol. Estoy seguro de que lo ha hecho a posta, porque yo no tengo a nadie que me traiga flores. Creo que me estoy enamorando.

27/9/08

CRISIS PARA TODOS

Menuda la que se está liando con la crisis del sistema financiero internacional: quebrando bancos, bajando las bolsas, cerrando inmobiliarias, hundiéndose constructoras, haciendo regulaciones de empleo las empresas automovilísticas… O sea, yéndose al carajo todos esos que en los últimos años han estado de vacaciones porque siempre era agosto.
Pues saben qué les digo: que me alegro, que ya era hora, y que se jodan. Y que conste que yo también estoy pagando las consecuencias de eso, y es posible que la cosa me vaya a peor si no cambia pronto, cosa que no parece, y que incluso reduciendo gastos en casa, hasta tenga que dar de baja el internet y muchas más cosas. Pero es igual, me alegro. Ya está bien que siempre tengamos que ser los mismos imbéciles los que tengamos que sufrir las consecuencias de lo mal que lo hacen unos pocos. Ahora, aunque seamos los mismos los que lo pasemos peor, que sean también los otros los que lo pasen mal; incluso (como soy muy, muy malo) no estaría mal que unos de esos pocos se tiraran de cabeza desde el último piso del edificio más alto, como en el 29. Pero por desgracia hoy la gente es menos honorable, y más cobarde. Sólo sería una cuestión darwinista, de selección natural.

24/9/08

MENUDA TARDE

Hay días en los que más vale quedarse en la cama, o, nada más levantarse, caerse en un pozo y quedarse allí hasta la noche, cuando es hora de volver de nuevo a la cama. Digo esto por la tardecita que me he pasado: Nada, absolutamente nada me ha salido bien. Cuento:
Para la comunión de mi hijo le compré un televisor en el Carrefur para que se pudiera conectar la consola. Como la consola ya me costó una pasta, compré una de esas de ocasión que tienen, o bien porque es la última que queda, o porque no tiene embalaje… Total, que el puto televisor ya no funciona, me pongo a buscar el tique, ¿tú lo encuentras? Yo tampoco; he revisado toda la casa palmo a palmo y el puto tique que no aparece. Sigo buscando por donde seguro que no está y… ¡Aleluya! El hijoputa sí que estaba, aunque la tinta se ha volatilizado y no se lee nada, pero menos mal que va grapado a una factura, espero que sirva, sí servirá, qué cojones. Bueno pues ya está, al Carrefur a solucionarlo.
Resulta que la cadena de música también la tengo jodida, se me jodió no sé qué de unas poleas hará unos cuatro meses y la llevé a arreglar, pero… ahora se ha vuelto a joder lo mismo. Pues mira tú, qué bien, ahora que voy al Carrefur, paso por el servicio técnico de Sony y dejo también la cadena de música de los huevos.
Me visto. Como hace un poco de frío, me pongo por primera vez este año un suéter de manga larga “Massimo Dutti”, negro, muy chulo; y unos vaqueros largos, al armario los cortos, tan cómodos, en fin; me calzo un zapato en cada pie; un poco de colonia y hala, que ya hace días que no voy a la ciudad.
Primera parada: El Carrefur. Visita obligatoria a los libros y después con la facturita y el tique invisible a la caja central. Me atiende una amable señorita y después de contarle el caso, mira la factura y me dice que esa factura es de un teléfono móvil. ¿Cómorl? Le juro por mis muertos que yo en el mes de mayo de este año he comprado un televisor y no un móvil; si al menos se pudiera leer el tique. Se puede, me dice, hay que pasarle la llama de un mechero por debajo y aparecen las letras, pero eso lo tendrá que hacer fuera del supermercado. Bueno, gracias. Salgo al coche, que allí tengo un mechero, pero hace viento, mejor dentro, empiezo a pasarle el mechero: Cagondiós, va y se enciende el cabrón como si fuera gasolina de lo seco que estaba, una peste a humo dentro del coche que ya verás mi mujer. Vuelta para dentro. Mira perdona, pero es que no ha salido bien lo del tique y el mechero, ¿no puedes mirar por la fecha y el número de tique qué es? Es que mirar tres años atrás va a ser complicado, me dice la tía. ¿Pero qué dice? Miro bien la fecha: 18/05/05. Por la gloria de mi madre que yo había visto más de diez veces: 18/05/08. Lo juro por mis muertos más tiernos, por mi vida y la de mis hijos. Lo juro, lo juro y lo juraré hasta la muerte. Ejem, esto, yoooo… Usted perdone, es la obsesión. Adios y gracias.
Cagonlaputadoros.
Segunda parada: llego al servicio técnico de Sony y está cerrado. En la puerta pegado hay un cartel. Se alquila, teléfono tal. Joder lo que faltaba. Llamo, no lo cogen. Vuelvo a mirar el teléfono y lo había marcado mal. Vuelvo a llamar. Se pone una mujer que no tiene ni idea de lo que digo. Mientras hablo, miro el teléfono de la puerta y lo he vuelto a marcar mal. Perdone y cuelgo. Vuelvo a llamar. Sí. ¿El servicio técnico? Sí. Le cuento el caso. Lo siento pero es que mi marido está mal de la vista y hemos tenido que cerrar. ¿Y dónde está el servicio técnico ahora? En Xàtiva, a 40 km. Hay que joderse. Bueno ya veremos (y al llegar a casa pienso: pero si el que la ha pifiado es el marido mal de la vista, los otros me van a querer cobrar la reparación. Cagonlahostia).
Subo al coche, tengo calor, me arremango: cojo con dos dedos la manga derecha por el codo y tiro hacia arriba: Raaaacccc. Le hago un agujero que cabe la mano. Cagontolosantos. Paro a poner gasoil. Al salir de la gasolinera me arremango la manga izquierda: Raaaacccc. Eeeehhhh! Ya pensabais que el agujero sería igual. No, afortunadamente, éste es sólo unos pocos centímetros menor, porque lo he hecho con más cuidado.
Y entonces me ha venido a la cabeza aquella canción de los 80 de Los Elegantes: “mangas cortas necesito, yo para mí”
Eso es lo ha dicho mi sufrida esposa cuando lo ha visto. Le cortaré las mangas y ya lo tienes para el año que viene. Pues eso.

18/9/08

EXPO ZARAGOZA 2008


El lunes se clausuró la Exposición Internacional de Zaragoza 2008. No sé si se lo creerán, pero yo prácticamente no me he enterado de que se estaba realizando. En la televisión no he visto ninguna imagen de sus pabellones, y ni tan siquiera sabía que tenían una mascota, Fluvi, la vi por primera y única vez el mismo día de la clausura.
Yo recuerdo que cuando fue la Expo de Sevilla, nos dieron por arriba y por abajo. A todas horas estaban dando la tabarra con la dichosa Expo: en la televisión salía todos los días, te mostraban todos los pabellones, y eso que no había tantas televisiones como ahora, te enterabas de las actividades que allí se hacían, se montaban viajes para ir a verla, centenares de autobuses salían todas las semanas hacia Sevilla, el Curro de los cojones salía hasta en la sopa…
¿Y qué ha pasado en Zaragoza? No conozco a nadie que haya ido a ver la Exposición, a nadie, y eso que dicen que la han visitado cinco millones y medio de personas, no he visto camisetas, ni pegatinas… nada, no he visto nada de Zaragoza. Posiblemente no sea el mismo tipo de Exposición que la de Sevilla, pues ésta está dedicada a un tema concreto: el agua; pero yo no me enterado de lo que allí se estaba haciendo. Y eso que tanto el gobierno de la nación, como el autonómico y el municipal son del PSOE, los mismos que en el 92.
En fin, no lo entiendo, creo que los de Zaragoza no se lo han sabido montar como los sevillanos.

15/9/08

FALTA DE ORGANIZACIÓN


Soy donante de sangre desde hace unos cuantos años, y lo que está pasando este año no lo había visto nunca. Resulta que el hombre puede dar sangre cuatro veces al año, y la mujer tres, es decir, que los hombres damos sangre cada tres meses. Coincidiendo con estos plazos, cada tres meses más o menos, viene a mi pueblo la unidad móvil de transfusiones de la Agencia Valenciana de Salud para hacer las extracciones. Unos días antes de que vengan, envían a casa una carta informando del día, la hora y el lugar donde se realizarán las donaciones, y ese mismo día por la mañana hacen bando en el pueblo para recordar a los posibles donantes que por la tarde se harán las extracciones.
Pues bien, en la donación pasada ya me ocurrió, pero al final conseguí dar sangre, pero esta vez ya no lo han consentido. El último día que doné fue el 5 de junio de este año, y el día 8 de septiembre debía volver a dar; en la práctica han transcurrido más tres meses desde la última donación, y por lo tanto podría dar sangre, es más, según me ha informado el médico, el tiempo mínimo entre donación y donación es de dos meses, por tanto ¿dónde está el problema? Resulta que si contamos un año a partir del día 8 hacia atrás, vemos que de las cuatro donaciones legales que se pueden realizar en un año, la primera fue el día 10 de septiembre del año pasado, o sea, que faltan ¡DOS DÍAS! para que haya transcurrido el plazo legal establecido de un año para hacer cuatro donaciones. Por dos putos días no puedo dar sangre, y no sólo yo, sino también todos los que acudieron a dar sangre ese día 10 de septiembre del año pasado y que han realizado las cuatro donaciones, tampoco hoy van a poder dar sangre.
Me he quejado al médico encargado de las donaciones, y también lo voy a hacer a la Agencia Valenciana de Salud, porque es absurdo, que después de hacer tanta propaganda pidiendo voluntarios para que donen su sangre, y más aún en verano, que por falta de atención y organización, se echen a perder unas cuantas donaciones.

10/9/08

EL BUZO (II)

Esta mañana he ido al hospital a visitar al señor que rescatamos el otro día en la montaña. Cuando pregunté por él en recepción me dijeron que no constaba nadie que hubiera ingresado tal día con esas características: “se lo habrán llevado a algún hospital de Valencia pues por aquí no hay otro”, pensé.
En el mismo hospital solicité los números de teléfono de los principales hospitales de Valencia; una vez en mi poder salí a la calle, me senté en un banco a la sombra de un árbol y empecé a llamar a todos los hospitales: en ninguno había ingresado nadie vestido de buzo la noche de ese día, ni tenían ninguna noticia de nada similar.
Volví a entrar en el hospital y empecé a hacer averiguaciones sobre quién era el médico que esa noche estaba de guardia. Después de tocarle bastante los cojones a más de uno, averigüé quién era y fui a buscarlo. Tuve que hacer turno como si fuera un paciente más y al cabo de más de dos horas de aburrida espera, conseguí entrar en la consulta. Cuando le conté el caso se quedó estupefacto; como no tenía ni idea del asunto, cerró la consulta en ese mismo momento, con el cabreo general de los pacientes que pacientemente estaban haciendo cola y entre insultos, cagontós, cagonlaseguridadsocial, y posibles reclamaciones, salimos escopetados hacia la sección de urgencias. En un minuto los puso a todos firmes: ninguno sabía nada de nada. Entonces averiguamos quién era el conductor de la ambulancia que lo había recogido en la montaña y fuimos a hablar con él. Nos dijo que sí, que efectivamente había recogido a un señor desvanecido y vestido de buzo en la montaña, incluso se acordaba de haberme visto por allí, pero… y nos hizo prometer que no lo comunicaríamos al hospital: el servicio lo había hecho solo, sin médico, porque no había nadie disponible en ese momento y porque le habían dicho que no era un caso grave; entonces al llegar a la ciudad, paró en un semáforo, un momento antes de arrancar le pareció oír un ruido en la parte trasera, pero no hizo caso. Cuando llegó al hospital, enseguida salió un celador a ayudarlo, pero al abrir la puerta, la ambulancia estaba vacía; el celador de dijo que qué broma era esta y él contestó que sólo quería cargar una silla de ruedas y se fue olvidándose del tema y dando el servicio por perdido. Más vale perder un paciente que el trabajo.
Es todo lo que os puedo decir.

7/9/08

TRAS EL INCENDIO


El otro día hubo un incendio en las montañas de mi pueblo y me apunté como voluntario para ir a colaborar en las tareas de extinción. Junto con nosotros habían tres brigadas forestales y dos camiones autobombas; desde el cielo llegaron dos helicópteros, tres dromaders y dos hidroaviones. Con semejante despliegue y con el viento un poco a favor conseguimos controlarlo pronto y antes del anochecer se dio por extinguido. En total se dice que debieron arder unas 30 hectáreas de matorral y 10 de pinar. Pero el trabajo de extinción no termina hasta que se ha comprobado que no queda ningún rescoldo en el perímetro del incendio.
Cuando se dio por extinguido el fuego me fui a mi casa a descansar, pero no sé qué me pasaba que por la noche no me podía dormir, y harto de dar vueltas en la cama, me levanté y me subí al monte a donde estaba el retén de guardia. Por la mañana había conocido a un forestal y hecho algo de amistad, y hablando nos fuimos a pasear por el borde del incendio para ver si pudiera haber algún rescoldo. Cuando llevábamos una media hora caminando nos pareció oír unos jadeos que nos helaron la sangre; nos miramos a los ojos con cara de sorpresa y agudizamos los oídos por si nos habían traicionado. Al cabo de un momento volvimos a oír otra vez los jadeos. Sí, esta vez sí que los habíamos escuchado con más nitidez, y no cabía duda de que eran jadeos humanos. En seguida nos metimos en la zona quemada y empezamos a subir la montaña con la mirada puesta en el supuesto lugar de donde procedían los lamentos. A cada paso que dábamos se aceleraba nuestro corazón, pero no por el esfuerzo de la subida, sino por la incertidumbre de lo que nos podíamos encontrar a las cuatro de la madrugada en un monte que acababa de arder por los cuatro costados. Al cabo de un rato, empapados de un sudor frío y con el corazón a punto de reventar la caja torácica llegamos a la cumbre. Medio asfixiados por el esfuerzo aguzamos de nuevo el oído esperando oír los jadeos, pero sólo obtuvimos el silencio por respuesta. Mi compañero sin avisar gritó: “¡hay alguien ahí!”, que me dio un susto, el cabrón, que casi me mata. Entonces, escuchamos una voz muy débil que decía: “aquí, gracias a dios, estoy aquí”. Seguimos la dirección de la voz y cuál fue nuestra sorpresa cuando al llegar a los pies de un gran pino completamente calcinado, vimos arriba, apoyado en una rama, a un hombre agarrado al tronco.
La oscuridad era casi total, sólo las estrellas conseguían con mucho esfuerzo mitigar un poco el negro absoluto. Entonces me decidí a subir al árbol para ayudar a bajar al singular personaje. Cuando llegué a su altura me quedé alucinado; era increíble, imposible, fantástico, absurdo, irreal y surrealista; aunque viviera un millón de años, sería imposible ver de nuevo una cosa así. Con mucho esfuerzo conseguimos bajar al hombre del árbol y lo tendimos en el suelo. “Agua por favor, denme agua”, “lo sentimos, señor pero no tenemos, le llevaremos a la base y allí podrá beber, pero díganos, ¿cómo ha llegado hasta aquí?”; “yo, yo …” y se desmayó. Con el móvil llamamos a la base y pronto se puso en marcha el operativo de rescate. Afortunadamente el hombre llegó bien al hospital, aunque sin sentido.
Pero lo más extraordinario no es que estuviera en plena madrugada en la cumbre de una montaña quemada, y para más inri encima de un pino calcinado, sino que fuera vestido de buzo, con botella de oxígeno a la espalda y aletas en los pies.

3/9/08

APATÍA

El móvil que tengo tiene tres años y medio y hace algún tiempo que lo quiero cambiar, pero como no tengo suficientes puntos para que me den uno nuevo, y como no me quiero gastar un duro en él, he decidido cambiar de compañía para que me lo regalen. Pues bien, el lunes día uno de septiembre acudí a una tienda de “The Phone House”, creo que se llama, para que me ofrecieran algo interesante. La dependienta que me atendió estaba como un tren, tenía unos ojos preciosos, yo diría que eran amarillos, no había visto nunca unos ojos así, pero yo no sé si sería su primer día de trabajo después de vacaciones o si no ha tenido vacaciones en tres años, ni me importa, lo cierto es que la tía tenía una apatía encima increíble; me sacó un catálogo, me marcó unos móviles y me dijo que esos eran los que entraban en la oferta, todo ello sin mirarme a los ojos, mirando hacia fuera de la tienda, como queriendo evitar con su mirada que entrara más gente a joderle el día.
Al final, fue tanta su desidia, que me la contagió, y decidí en el último momento no coger el móvil y aguantar una temporada más con el mío.
Y yo me pregunto: ¿cómo puede una persona así estar de cara al público por muy guapa que sea? Yo jamás he trabajado de cara al público, pero pienso que conforme está el asunto ahora, cada posible cliente es una joya, y hay que conseguir que compre como sea. Si lo que se le ofrece al principio no le gusta, se le debe insistir en otras cosas, yo qué sé, pero no se le puede dejar ir así, sin más. Posiblemente sean las empresas las que tengan la culpa, no sólo por no seleccionar bien al personal, sino por no saber estimularlo lo suficiente. En fin, yo creo que haría las cosas de otra manera.
(Pero qué buena que estaba la tía)