20/11/10

RIDICULO

Que la libertad de expresión es un derecho y que cualquiera puede ejercerlo en cualquier parte (hablo de un país como el nuestro), afortunadamente ya no lo discute nadie. Pero cuando esa libertad de expresión se ejerce en un lugar y un contexto determinado, hay que ser muy cuidadoso con lo que se dice si no se quiere hacer el ridículo más espantoso y convertirse en el centro de las risas y burlas de todos los que allí se encuentran.
Esto lo digo porque el jueves fui a escuchar una charla que impartió el insigne Manuel Toharia sobre la materia del Universo. En su magnífica exposición habló de la evolución, tanto del Universo como de la vida en la Tierra, y como no, también trató el origen del Universo. Dijo que cuando se originó, hace unos 13.700 millones de años, en ese preciso instante comenzó el espacio y el tiempo, y que por lo tanto no se concibe hablar de antes de, simplemente porque el término antes hace referencia a un tiempo pasado, y como el tiempo se originó en ese instante, es imposible que antes de eso existiera nada. Después habló de las diferentes partículas, sólo cinco, de que está compuesta toda la materia del Universo, y de las distintas clases de fuerzas que existen, sólo cuatro. Con eso y las diferentes leyes que regulan sus interacciones funciona todo lo que existe.
Para explicar todo esto habló del método científico y dijo que, aunque hay muchas teorías por confirmar, la mayoría de las afirmaciones que hizo están demostradas científicamente, y por lo tanto son verdad.
Cuando terminó su exposición dio paso a la gente por si alguien quería hacer alguna pregunta. El primero en preguntar fue un hombre, de unos sesenta años, que empezó diciendo que a él no le había quedado claro que todo lo que se había dicho estuviera demostrado científicamente y que encontraba muchas incoherencias y muchas lagunas en lo que se había dicho. Don Manuel Toharia le dio la razón diciéndole que efectivamente había cosas que aún no estaban claras del todo, pero que las investigaciones que se estaban realizando iban por el camino de demostrar las teorías planteadas. Después este señor le dijo que, lo que más estaba en el aire, era el origen del Universo, ese Big Bang original que fue el comienzo de todo, y le planteó quién o qué había creado esa bola primigenia de energía anterior al Universo. Yo, que estaba en la segunda fila, mientras escuchaba la argumentación de este señor, miraba a don Manuel Toharia y observaba como, medio tapada por la mano, se curvaba una sonrisita sarcástica en su boca. Cuando terminó de hablar, sin alterarse, don Manuel le contestó que, si lo que estaba planteando era que quien había hecho aquella bola primigenia había sido Dios, que le demostrara quién había hecho a Dios. “¡A Dios no lo ha hecho nadie, Él se creó a sí mismo!” “En el Universo no se crea ni se destruye nada, todo se transforma”, le respondió con resignación don Manuel Toharia. Las risas, casi compasivas de la gente, fueron unánimes.

9/10/10

CUATRO AÑOS

De nuevo, un año más, se me ha pasado el aniversario de este blog o medio blog (fue el día 6), por las pocas entradas que escribo últimamente. Y es que ya saben: la novela ocupa todo mi tiempo.
Para celebrarlo les transcribo un “Santo Varón” del inolvidable Tip. Para mí, Tip ha sido el mejor humorista que he conocido. Su humor absurdo, sutil, inteligente y bien interpretado, subiendo y bajando el tono, gritando cuando correspondía y bajando la voz a continuación, conseguían arrancarme una carcajada a cada palabra que pronunciaba. Durante muchos años lo seguí en la radio, por entonces en Onda Cero, en el programa de Luís del Olmo, Protagonistas, concretamente en la sección que se titulaba: “El debate sobre el estado de la nación” que emitían, si no recuerdo mal, los jueves a las doce del medio día. Algunas de las actuaciones de Tip en ese programa las tengo grabadas en cassettes. En ese programa también participaban su amigo y compañero inseparable, Coll, el también fallecido recientemente Jordi Estadella, Chumi Chumez, Mingote, Alfonso Ussía, Antonio Ozores y no sé si alguno más. Pero la estrella siempre era él, con sus extravagancias delante del micrófono, sus alharacas, su simpatía y su capacidad de llegar al oyente.
En el año 2001, conservo el tíquet, en la librería Paris-Valencia compré un librito publicado por Espasa que recoge los Santos Varones y los Timos que Tip gritaba por la radio. Eran pequeñas muestras de su humor más genuino. Como les decía, les transcribo uno de sus Santos Varones:

Don Hollejos Plumcake Pilongas

Hasta que cumplió los tres añitos todo iba bien, pero cuando rompió a hablar, allí fue el disgusto de sus padres más allegados. Porque a los tres años el niño rompió a hablar, pero en extranjero. Lo primero que dijo fue: “juten faine maxprilen.” “¿Pero qué dice este niño?”, preguntaba el padre. “Tú sabrás -decía la madre-. ¡A saber con quién habrás estado anoche! ¡Con alguna pelandusca extrajerota!”
Y el niño se subía a la mesa y gritaba: “¡Bojta, uten, tante nuten!” “Eso es que quiere comer –decía la abuela, que era de armas tomar lo que queráis-. ¿Quieres papilla?” Y el niño: “¡Chófonas, chófonas pigdorán!” “¡Chófonas, el niño lo que quiere son chófonas!” “¿Y qué son chófonas?”, gemía el padre desesperado. Y la madre zarandeaba a su marido y le gritaba: “¡Una doble vida llevas tú! ¡Eso es! ¡Una doble vida!” “¿Yo una doble vida?” “Sí, tú, ¡que si no me hubiera casado contigo ahora no tendría un hijo que habla extranjero! Porque con los otros maridos que tuve, todos nuestros hijos hablaban con acento extremeño menos uno que tuve con Jordi Pujol, que tenía acento holandés. ¿Qué hacemos ahora, di?”
Y pasaban los años y aquella criatura cada día hablaba más y más, pero siempre en extranjero. Y en la escuela le preguntaba la maestra: “¿Cómo te llamas, nene?” “Plumcake Pilongas” “¡Ay! ¡Pero si este niño habla perfectamente el español!”, dijo la maestra. Llamó a los padres y díjoles: “Vean lo que su hijo, en un solo día, ha aprendido. Escuchen: ¿Nene, cómo te llamas?” “Plumcake Pilongas.” Todos aplaudieron con lágrimas en los ojos, claro. “Pues ahora verán –insistió la maestra-: ¿cuántos son dos y dos?” El niño miró a sus padres con una sonrisa beatífica, luego miró a la maestra, después a sus compañeros de clase. Y se iba poniendo rojo, luego violáceo, hasta llegar al cárdeno… Los ojos se le salieron de las órbitas, y exclamó: “¡Guasten, guasten, fugsen, kualen…!”, ¡y reventó!, el niño reventó, y dijo la maestra: “¡Ahora sí que la hemos jodido!”
Y allí terminó sus estudios y sus días aquel santo varón, don Hollejos Plumcake Pilongas.

2/9/10

DIARIO DE UNA NOVELA

Diario de una novela, éste es el nombre de mi nuevo blog. Se me ocurrió abrirlo pocas horas después de publicar mi penúltima entrada: Escribir. Lo que pretendo en esta nueva aventura es intentar reflejar todas las impresiones y sensaciones que he tenido y tengo escribiendo mi novela. Lo ideal hubiera sido empezar cuando comencé a escribir el libro, pero entonces no se me ocurrió hacer esto. De todas formas, éste también es un buen momento, cuando voy a empezar la tercera revisión, pues, tras haber entregado el manuscrito a unos amigos para que me transmitieran sus opiniones, y tras un largo periodo de reflexión, voy a modificar muchos aspectos de la novela, a eliminar unas cosas, bastantes, y a introducir otras, menos, que espero que le den más viveza y credibilidad a la obra.
Lo que pretendo con este blog es desgranar paso a paso la concepción, la gestación y el parto de la novela. Y, ojalá, el bautismo, aunque para eso hacen falta padrinos, y yo no los tengo. Intentaré hacer memoria y dejar constancia de todo lo que rodea a mi novela: la idea, las circunstancias, la estructura, los personajes, el lenguaje, los verbos, la trama, etc., con el objetivo de que el curioso lector de este blog sepa cómo he llegado a culminar un trabajo largo, arduo y complicado, pero satisfactorio, divertido y placentero.
La apertura de este nuevo blog no va a significar el abandono de los otros (con éste ya son cuatro), que no he abandonado nunca, aunque sí que he descuidado mucho (un año después he publicado un nuevo cuento en A tumba abierta). La culpa de todo la tiene la novela, ha coincidido su aparición con el declive de mis blogs. De todas formas, A sangre fría seguirá siendo mi buque insignia, independientemente de sus actualizaciones.
Y nada más, espero que les resulte interesante este nuevo blog. Pasen y vean.

20/8/10

MARICONES DE PLAYA


Esta tarde la he pasado en la playa de l’Albir, en l’Alfàs del Pi (Alicante), disfrutando de sus aguas limpias y cálidas y de su magnífico paisaje con el Peñó d’Ifach al fondo. Contrariamente a lo que yo pensaba, la fauna humana, mayormente foránea por esos lares, es idéntica a la nuestra, las únicas características morfológicas que nos diferencian son las archiconocidas por todos: más altos, más rubios y más blancos (jamás se hacen morenos, del blanco pasan al rojo ¡a lo bestia!). Y ahora también, como los nuestros: más musculosos, más depilados y más tatuados. ¡Un horror, vamos!
Mirando estos ejemplares pavoneándose y mostrando palmito por la orilla del mar, me he acordado de una canción de Siniestro Total que cantaban allá por los años ochenta, “Más vale ser punkie que maricón de playas”.

Y yo con mi chica puercoespín
viajo siempre en limousine
no me gusta el pipermint
ni el perfume patchoulí

¿Sabías que a Bryan Ferry le huele el aliento?

Más vale ser punkie que maricón de playas

12/8/10

ESCRIBIR


Escribir una novela es como estar enamorado. Las sensaciones y los sentimientos que se tienen respecto a una persona, los estoy experimentando yo respecto a la novela.
Empecé a escribirla allá por octubre de 2008. Lo que empezó como un simple divertimento y una manera de llenar el tiempo, se ha convertido en una obsesión. Terminé la tercera revisión en junio y entregué las copias a unos amigos para que la leyeran y me dieran su opinión. Pues bien, cuando las entregué, tuve la sensación de que había traicionado a mi novia, que otros ojos iban a hollar aquello que tanto me había costado conseguir y que iban a descubrir todas nuestras intimidades. Poco a poco fui haciéndome a la idea y empecé a desesperarme, ansioso por saber qué les había parecido. A diferentes ritmos, mis amigos han leído la novela y cada uno, libremente, me ha dado su opinión. Afortunadamente para mí coinciden en muchos aspectos, lo que me va a facilitar el trabajo a partir de ahora, pero ese trabajo que yo pensaba que sería mínimo, estoy pensando que se va a alargar en exceso, quizá todo un año más.
Ahora me encuentro en un periodo de reflexión, un tiempo en el que siento que mi amada se ha marchado muy lejos y que no sé cuándo volverá. Intento olvidarme de ella para eliminar su atracción envolvente pero me resulta imposible. A cada momento se me aparecen fragmentos de la historia en la cabeza que llegan incluso a impedirme el sueño en estas pesadas noches de verano. Podría empezar mañana mismo a revisar de nuevo la obra, perdiendo perspectiva aunque ganando horas de sueño, pero considero que es mejor esperar. Además, las opiniones que he recogido de mis primeros lectores aún deambulan desordenadas por mi cabeza y necesitan un tiempo prudencial de maceramiento para que todo salga perfecto.
Contrariamente a lo que pensaba nuestra relación no se ha enfriado, sigue viva y muy fuerte. La quiero y la deseo, y estoy seguro de que ella también a mí, pues ella aún me necesita más. Sé que algún día me la llevaré a la cama y la haré completamente mía, si no lo es ya.

2/8/10

¿SABEMOS DIVIDIR?


-A ver, Jaimito –dice la maestra-: si un litro de insecticida de los que se utilizan en la agricultura, concretamente Bermectine, vale 52 euros, ¿cuánto valdrá un cuarto de litro de ese producto?
“Por fin –piensa Jaimito- un problema superfácil que podré responder después de tantos años siendo el más burro de España, porque según me han enseñado, y me acuerdo, la cuarta parte de una cosa se obtiene dividiendo esa cosa por cuatro; por tanto, 52 dividido entre 4 da 13”.
Jaimito, con aire triunfal y una sonrisa de felicidad en su cara, se levanta de la silla y grita a los cuatro vientos:
-¡Trece euros, señorita!
Jaimita, la empollona de la clase, se lamenta y maldice mientras esconde disimuladamente el brazo que ya tenía medio levantado confiada en que Jaimito erraría una vez más la respuesta.
-¡Muy mal! –retumba como un trueno la voz de la señorita maestra entre las cuatro paredes de la clase dejando a todos los niños, y en especial a Jaimito y a Jaimita, estupefactos.
-A ver, Jaimita, tú que eres la más lista de la clase, ¿cuál es la respuesta correcta?
Jaimita traga saliva, se levanta con temor de la silla, y con el rostro ruborizado, la mirada huidiza y un hilillo de voz, contesta:
-Trece euros, señorita.
-¡¿Cómo?! ¡¿Tú también?! ¡Mal, muy mal! A ver, ¿no hay nadie en la clase que sepa la respuesta?
Todos los niños revisan una y mil veces la división, se repasan mentalmente la tabla del cuatro, algunos, disimuladamente sacan la calculadora y hacen la operación: 52/4=13. Otra vez: 52/4=13… No, no, no; otra vez: 52/4=13… mierda… 52/4=13.
-¡Sois unos burros! ¡Os voy a suspender a todos las matemáticas! –grita histérica la señorita maestra al ver que nadie sabe la respuesta correcta-. No podéis hacer una operación matemática sin tener en cuenta las posibles variables estructurales, macro y micro-económicas, políticas y de coyuntura internacional, sin olvidar, por supuesto, los pingües beneficios empresariales. Si pensáis así, el día que salgáis ahí afuera, donde una manada de lobos os espera agazapados con las fauces abiertas, os timarán y os engañarán como a los ignorantes agricultores que, por no saber dividir correctamente, les cobran 32,52 euros por un cuarto de litro de un producto que vale 52 euros el litro.

14/7/10

APATÍA


Apatía. Esa es la telaraña que me envuelve durante estos días (demasiados). Utilizo la palabra telaraña porque me cuesta ponerme a dilucidar qué es la apatía, si una sensación, si un sentimiento, si un signo distintivo, si una cualidad, si simplemente algo, si algo bueno o si algo malo. Sería muy fácil pensar que esta ¿horrible? apatía viene provocada por la calor, pero ésta sólo es una parte ínfima de su origen. La calor sólo es una excusa, o, ¿acaso alguien pondría la calor de excusa para no echar un polvo? De lo que sí estoy seguro es de que la apatía es un reductor potente de la libertad, como esas cremas milagrosas que te las frotas por el culo y por la barriga y a los cuatro días luces la figura de Leticia. Esta apatía mía me impide empezar unas cosas y terminar otras, por ejemplo se opone a que escriba. Ha sido una sensación extraña volver a abrir el Word para escribir esto después de haberlo utilizado durante tanto tiempo. Las teclas huyen de mis dedos y continuamente hago faltas y escribo palabras sin sentido que el programa no deja de subrayar en rojo, y encima no deja de cambiarme el artículo la por el artículo el cuando escribo calor, como si yo no pudiera elegir el artículo que quisiera, ¿también el Word coarta mi libertad?
Y eso que aún no estoy de vacaciones, porque entonces es peor. Igual este año no tengo vacaciones. Será por culpa de la apatía. Será por culpa del Word. Será por culpa de Zapatero, o lo será de Rajoy, quienes por cierto, se están dando de hostias en el Congreso para ver quién de los dos nos recorta más la libertad. ¿No podrían agarrar una buena apatía como un buen catarro y olvidarse de nosotros igual que Hacienda cuando pagamos religiosamente nuestros impuestos?
Que la apatía afecta a las neuronas es algo que estoy demostrando científicamente en este momento. La apatía provoca que las conexiones interneuronales se reduzcan a una sola, lo que induce a que las corrientes eléctricas que transportan nuestros pensamientos tengan que recorrer más distancia causando una mayor lentitud de acción y reacción.
No sé, si han llegado hasta aquí, si han entendido algo. Si es así, les agradecería que me lo explicaran en los comentarios. Para su ayuda les diré que yo no sabía sobre qué escribir. Que he intentado hacerlo sobre la apatía y he hablado de la libertad. ¿Tendrán algo que ver? ¿Necesitaré un médico?

13/6/10

¿SON LOS PERIÓDICOS MALOS PARA LA SALUD?


Una de las cosas que más me gustaba hacer antes era leer la prensa, pero lo tuve que dejar por razones de salud.
Empecé a leer periódicos en serio en el primer piso de estudiantes que estuve en Valencia, hace ya… (mejor dejarlo). Los tres que lo habitábamos comprábamos cada día uno el periódico. Mis compañeros compraban el ABC, y yo alternaba El País, el Levante-EMV y la ya desaparecida Hoja del Lunes de Valencia. Cuando terminé la carrera sólo leía la prensa los domingos. Al principio sólo compraba un periódico, pero llegó un momento que compraba hasta tres. Durante todo el santo domingo no hacía otra que leer periódicos, hasta el punto de que me olvidaba de la familia, incluso de comer: todo el día leyendo. Muchas veces, al finalizar el día, tenía palpitaciones y ahogos provocados por la ansiedad de querer leer todos los periódicos, y casi todo lo que en ellos había escrito (hasta los anuncios de masajes leía). Pero llegó un día que dije: o dejo de leer o cualquier domingo me coge algo. Y dejé de comprar periódicos. Paré en seco. De eso hará ya unos tres o cuatro años. Desde entonces me informo principalmente a través de la radio, también con la televisión y algo por internet. De vez en cuando mi mujer trae algún periódico atrasado a casa para hacer los sudokus, y yo… lo devoro como si fuera un fenomenal libro de misterio. Y me gusta, pero tengo miedo de volverme a enganchar. De todas formas la novela que estoy escribiendo absorbe todo mi tiempo. Pero cuando cae uno en mis manos…

30/5/10

DINERO, PARA QUÉ


El pasado viernes acudí a una magnífica conferencia sobre heliofísica, el sol y sus manchas, a cargo de Joan M. Bullón, un verdadero ejemplo de lo que puede llegar a hacer un astrónomo aficionado por el simple amor a las estrellas. Este hombre lleva más de treinta años mirando todos los días el sol y anotando minuciosamente sus observaciones, de suerte que envía sus datos a varios centros internacionales que los tienen en gran estima.
Durante su intervención se quejó del poco apoyo institucional que tiene en este país, y concretamente en la Comunidad Valenciana, la ciencia. Dijo que aquí se dedica mucho dinero a las carreras de Fórmula Uno, a las regatas de vela, a los torneos de hípica para ricos, al tenis…, y poca inversión en la investigación, la sanidad y la educación en general. Un rumor aprobatorio se oyó entre todos los asistentes cuando escuchamos estas palabras. Yo estoy seguro de que más del noventa por ciento de los que estábamos allí respaldaban estas afirmaciones (aunque seguramente serían todos). Si hiciéramos una encuesta en la calle preguntando si estaban de acuerdo en esto, no tengo ni idea de qué podría salir, pero supongo que una gran mayoría dirían que se debe dedicar más dinero a la sanidad, la educación y la investigación, por encima del ocio y los grandes espectáculos. Pero, ¿y si hiciésemos la formulación al revés? ¿Y si preguntáramos que las instituciones deben apoyar más a los equipos de fútbol, por ejemplo, que tienen unas deudas multimillonarias, para que pudieran comprar mejores jugadores; o que cada ciudad tuviera su circuito para hacer carreras de coches y de motos; o que cada puerto tuviera su America’s Cup; o su torneo internacional de tenis donde viniesen los mejores tenistas del mundo; o su trofeo de golf…? ¿Qué porcentaje apoyaría esta segunda opción?
(Antes de hacer sus cálculos, tengan en cuenta el alto nivel de estupidez de los españoles.)

14/5/10

RECOGIENDO MIEL (2)

Ya hace de esto tres años, escribí aquí una entrada que titulé “Recogiendo Miel”, en la que contaba un día que fui a recoger la miel de unas colmenas que tiene mi padre y el proceso de extracción y recogida. Esta primavera también hemos ido, y de unas diez o doce colmenas que tenemos, hemos recogido unos ciento cincuenta kilos de “dulce miel”. Por desgracia el tiempo no está acompañando, porque las temperaturas están siendo demasiado bajas y llueve casi todos los días. Me sabe mal por todos aquellos colmeneros, que tienen que realizar grandes inversiones para que les paguen precios muy bajos por la miel, porque este año tampoco va a poder ser. Nosotros no nos podemos quejar, pues con esta cantidad cubrimos con creces nuestras necesidades; mi madre, incluso, vende una poca a los vecinos, dinero que invertimos en las mismas colmenas convirtiéndolas en autosuficientes.
Este año ha venido mi cuñado a echarnos una mano, y al pobre, que les tenía pavor (no sé para qué ha venido) le han picado cinco, una, en el mismo momento de subir al coche para irnos. Ha jurado por Dios y por la Patria que jamás volverá a venir. A mi padre, como siempre, le han picado diez o doce; a mí, como casi siempre, no me ha picado ninguna, y eso que iba sin guantes.
El mundo de las abejas es fascinante. Si alguien tiene la ocasión de acudir a un colmenar (con gente experta, claro está) que lo haga, no se arrepentirá.
Durante la extracción hice unas cuantas fotografías. Si alguien no tiene nada mejor que hacer y se quiere entretener, que cuente las abejas que hay.


Apertura de la colmena.


Extracción de un cuadro con miel.


Detalle del panal.


Huida general.




El fruto.

14/4/10

CAPITULO 25

Demasiado tiempo llevo ya sin publicar nada en el blog. Desde que empecé a escribir la novela, mis escasas neuronas están todas ocupadas en ella y tienen pocas ganas de calentarse en otras cosas. Una pena, porque el blog me gusta mucho, pero con lo poco que publico últimamente, los pocos lectores que tenía habrán huido en estampida. No los culpo, ¡faltaría más! La novela ya la tengo prácticamente terminada, ahora la estoy revisando (es lo peor, lo más engorroso y los menos satisfactorio), ya estoy en la segunda revisión, no sé cuántas más haré. La verdad es que siempre que releo, cambio algo. En fin, supongo que algún día terminaré.
Como no escribo otra cosa, he pensado publicar aquí un texto de mi novela. No es ni mejor ni peor que otro, simplemente es lo que he revisado esta mañana. Pertenece al Capítulo 25, páginas 289, 290 y 291(aunque está sujeto a variaciones). Espero que les guste:

Como casi todos los días, Luisa, después de desayunar, sale a dar una vuelta para ver trabajar a los jornaleros. Muy de mañana, Melcior ya le ha informado de los trabajos que se realizarán durante el día y de los lugares en donde estarán los diferentes trabajadores. Es una mañana muy fría. Durante la noche el cielo ha estado despejado y la alta humedad de la atmósfera ha depositado una fina capa de rocío que se ha congelado por las bajas temperaturas pintando de blanco las hojas de las plantas. Luisa se abriga bien: se ha puesto unos leotardos negros, se ha echado sobre los hombros una gruesa toca de lana de la que penden unos finos flecos, regalo de la esposa de uno de sus trabajadores, y se ha cubierto la cabeza con un pañuelo para protegerse las orejas.
Esa mañana empieza el recorrido por el Cabezo. Como hay poco trabajo en el campo debido a la escasa cosecha de naranjas por culpa de la prolongada sequía que ha querido sumarse malignamente a las consecuencias de la guerra, los hombres se emplean en trabajos de mantenimiento y mejora de la finca. Este tipo de trabajos siempre se han realizado en tiempos de bonanza económica pues se han considerado más una inversión que un gasto, pero en tiempos de dificultad, de mantenimiento y de mejoras: los imprescindibles. Aun así, la Señora mantiene un compromiso, contraído con ella misma, para ayudar a su pueblo, a su gente. Y mientras haya una peseta en su caja de caudales, dará trabajo y pagará un jornal digno a cuantos jornaleros pueda.
El fino hielo de la escarcha cruje cuando pisa las yertas hojas de las hierbas sembradas en el camino. Durante todo el trayecto, a pesar de que es una cuesta, mantiene el paso firme y rápido provocando que su cuerpo entre pronto en calor. El sonido metálico de unos martillos que golpean las piedras suplen, a esas horas de la mañana, los cantos de los pájaros que aún permanecen ocultos, acobardados por el frío, en sus escondrijos dentro del follaje de los árboles. En la montaña, una cuadrilla formada por tres jornaleros, dos oficiales y un joven aprendiz, está levantando unos muros de piedra para hacer pequeños bancales en los que plantar oliveras. Cuando llega al tajo encuentra un pequeño fuego encendido que sirve para calentar, de vez en cuando, las ateridas manos de los picapedreros. Luisa da los buenos días y se acerca a las lánguidas llamas de la hoguera para calentarse las suyas. Los hombres, estimulados por la presencia de la Señora, avivan su actividad olvidándose por completo del frío. A Luisa le gusta contemplar este trabajo. El martillo, diestramente manejado por las callosas manos de los canteros, va dando forma a las antiguas piedras grises manchadas de líquenes y tiempo, piedras arrancadas previamente a la montaña que regresan a ella ajustadas perfectamente en un orden geométrico como las fichas de un puzle. Es un trabajo duro y agotador: durante todo el día el esforzado picapedrero permanece agachado levantando piedras, partiéndolas con la pesada maza de hierro y dándoles forma con el martillo hasta que encajen perfectamente con las que ya han sido colocadas en el muro. La construcción permanecerá, si Dios quiere, durante muchos siglos en pie, perdida y olvidada, dando testimonio del paso de unos seres anónimos que no tuvieron otra oportunidad para pasar a la historia.
A la hora del almuerzo los hombres dejan el trabajo y se sientan sobre unas piedras alrededor del fuego. Jeroni, el mayor, coge una piedra lisa y la acerca a la hoguera invitando a la Señora a sentarse. Paco, el aprendiz, con disimulo se va retirando del grupo porque tiene vergüenza de sentarse junto a la Señora. Con una navaja bien afilada, Jeroni corta una rebanada de su pan; con los dedos sucios de polvo arranca dos pellizcos de carne a una sardina salada, chafada previamente entre la puerta y el marco de su casa, los desmenuza sobre el pan y se lo da a la Señora que lo recibe con agradecimiento. Pep, el otro picapedrero, corta un pedazo de tocino salado y lo pone encima del pan de Luisa. Luego saca de su zurrón una bota de vino y se la pasa a la Señora para que beba primero, pero ella lo rechaza con un gesto de la mano y una sonrisa. Como el aprendiz tampoco se atreve a beber vino delante de la mujer, entre Jeroni y Pep se van pasando la bota casi sin descanso para el sufrido pellejo. Mientras comen en silencio, Luisa observa disimuladamente a sus jornaleros. Van vestidos igual los tres: pantalones negros, blusón negro y faja enrollada a la cintura; los dos mayores llevan boina y los tres espardenyes atadas con cintas a los tobillos y sin calcetines. Los encallecidos pies están amoratados por el frío y su piel cuarteada está cubierta por una fina capa de polvo rojo. En estos tres hombres Luisa ve concentrados cinco mil años de historia, y representados millones de seres humanos. Hombres honrados, trabajadores, leales, humildes… pero ignorantes, dóciles, sumisos…; hombres que han sido explotados, incluso esclavizados por una elite dominante que, gracias a la fuerza, el miedo y la superstición religiosa, los han privado de una libertad inherente al ser humano negándoles cualquier opción diferente al destino elegido para ellos por los poderosos.
Después del ágape, Luisa regresa hacia la alquería dando un rodeo para visitar a otros jornaleros. El sol va cogiendo poco a poco altura, pero sus débiles rayos invernales apenas calientan el aire. Cuando se acerca hacia su casa oye la voz de un hombre hablando en castellano. Al rebasar el último naranjo que flanquea el camino, ve a Lucrecia con Vicent cogido de la mano hablando con dos guardias civiles abrigados con sus capas y con sus fusiles colgados al hombro. De espaldas a ella, le parecen dos moscas gigantes. Lucrecia percibe la aparición de la Señora y con los ojos, disimuladamente, le hace señales para indicarle que se marche, pero ella está demasiado lejos y no lo advierte. Quien sí se da cuenta de los gestos extraños de la criada es el cabo, que se da la vuelta y la ve venir hacia ellos con mucha tranquilidad.
-Buenos días, caballeros –dice Luisa cuando llega. De reojo mira a la criada preguntándole qué hacen allí. Ésta, con el semblante serio, le contesta negando ligeramente con la cabeza.
-Buenos días, Señora –responde el cabo quitándose el tricornio e inclinando ligeramente la cabeza. El número que le acompaña lo imita.
-¿A qué se debe su visita, cabo Ciprino? Ya hacía mucho tiempo que no le veía por aquí.
El cabo carraspea antes de empezar a hablar y mira de reojo a su subordinado que tiene una mueca de desasosiego en la cara.
-Verá, Señora…

24/2/10

PACO CAMPS, EL POBRE


No sé qué estará pasando con los dirigentes autonómicos del PP, pero por lo visto, a ellos les está afectando mucho más la crisis que al resto de españolitos de a pie. La señora Esperanza Aguirre manifestó hace un tiempo que con su sueldo no llegaba a final de mes, y ahora, el ínclito Paco Camps, como lo llaman sus colegas, resulta que sólo tiene un pisito a medias con su mujer, un coche del año 95, y 900 euros en una cuenta bancaria. El pobre, con sus casi 80.000 euros anuales que gana por su desempeño como Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana, resulta que las está pasando canutas, mucho peor que un milieurista que tiene dos niños, letra del coche y su casa hipotecada durante treinta años. Aunque la verdad, viendo cómo está gestionando los dineros de los valencianos, despilfarrando en fórmulas uno, copas América, vueltas al mundo a vela…, hasta llevarnos a la bancarrota, no me extraña que en su casa haga lo mismo y despilfarre el dinero que religiosamente le pagamos los valencianos. A ver si va a ser verdad que es él el que se paga los trajes y por eso no tiene ni un duro.

Como mi mamá de pequeño me educó para que fuera generoso con los más pobres, he ido al Banco de Valencia y he abierto una cuenta solidaria con Paco. Si a ustedes también les han enseñado a ser solidarios, hagan el favor e ingresen un donativo para esta persona tan pobre
La cuenta es la siguiente:
BV- 2587-25-000002556225855584
Camps se lo agradecerá con un puesto en Canal 9.

13/2/10

¿ALGUIEN ESTA CONFORME?

El otro día hablaba con un hombre que estaba haciendo una balsa para riego y que ahora tiene sesenta y un años. Toda la vida la ha pasado en el campo, trabajando bien en la agricultura o bien haciendo obras para los campos (acequias, muros, balsas, caminos…) y continuará hasta que se jubile. El año pasado sufrió una caída a consecuencia de la cual se rompió el codo, y tras muchos meses de baja, esta semana le han dado el alta, pero él se queja de que todavía no está bien, y de que hay muchas faenas que no puede realizar; pero bueno, se aguanta y en paz: ¿qué le va a hacer? En estos momentos, de poco trabajo y poco jornal, su mayor obsesión es conseguir llegar a los sesenta y cinco años para jubilarse; pero para eso primero necesita tener salud, por supuesto, y segundo, continuar cotizando hasta llegar a esa edad, cosa que está harto complicada en estos momentos de crisis.
Cuando hablaba con este hombre sobre estos temas llegó el señor que le había contratado, y que, por supuesto, le pagaba ese trabajo en negro. Este señor, de unos cincuenta y cinco años, es funcionario del ayuntamiento de una gran ciudad: horario de ocho a tres; calefacción en invierno y aire acondicionado en verano; buen sueldo; buena cotización; y buena jubilación si la salud no le falla. Bien. Aun viendo al jornalero sucio, sudando a pesar del frío y sufriendo por culpa de su herida todavía no curada, le decía que le envidiaba por trabajar al aire libre, pues él estaba trabajando en una cárcel, todo el día encerrado, sometido a un horario férreo e inalterable, enclaustrado entre cuatro paredes, respirando aire viciado, sometido a un gran estrés… y que lo único que deseaba todos los días era terminar pronto el trabajo para huir al campo a airearse y hacer lo que de verdad le gustaba: la agricultura.
En ese momento eché en falta que el jornalero le preguntara al señor: “¿Quiere cambiar?”, pues me hubiera gustado escuchar la respuesta.
Como para querer alargar la edad de jubilación. Sí, estaría bien que a uno se la alargaran hasta los 70 y al otro se la rebajaran hasta los 60. De media: 65 años.

12/1/10

LOS INFORMATIVOS Y LOS ESTADOS UNIDOS


Informativamente hablando, los EEUU de América del Norte se han convertido en una provincia o una comunidad autónoma más de España. Todo lo que pasa allí nos lo cuentan como si pasara en Galicia, en Soria o en Gandia. Todas las televisiones, tanto de ámbito nacional como autonómico, tienen un corresponsal permanente en aquel país, normalmente en Nueva York o Washington, que nos cuentan TODO lo que pasa por allí. Yo comprendo que es el país más importante del mundo y que allí se toman decisiones que, más pronto o más tarde, nos afectarán de una manera u otra a todos. Pero una cosa es que nos cuenten estas cuestiones más importantes, y otra que nos digan, casi a diario, el tiempo que hace en Nueva York: que si nieva, que si ha dejado de nevar, que si han suspendido veintidós vuelos, que si han eliminado una línea de metro; también nos cuentan que alguien ha matado a alguien en Minnesota por algo, que en California hay incendios forestales, que Tiger Woods era un calentorro y le ponía los cuernos a su mujer, la pobre, que en un accidente de autobús en no sé dónde ha habido una víctima mortal, que si han matado a un soldado estadounidense en Irak… cosas normales que pasan a diario en todos los países del mundo, como el nuestro, pero que parece que, por suceder en el país más poderoso del mundo, tengan otra dimensión, otro estatus, y por lo tanto, otra repercusión.
Si quieren que les diga la verdad: a mí me importa un huevo lo que pase en EEUU de América del Norte. El tiempo que desperdician en contarnos tonterías de allí, podrían emplearlo en contar mejor las que nos pasan aquí.