27/10/08

UN AÑO SIN e-catarsis


Hoy se cumple un año del último escrito de e-catarsis. Algunos de los que se pasan habitualmente por aquí se acordarán de ella, pues gracias a ella les conocí, y visitando sus enlaces les he conocido a todos los demás.
Fue una de mis primeras visitantes cuando apenas acababa de debutar en mi primer blog, allá en Bitacoras.com, y a partir de ahí empezó nuestra amistad virtual. Sus comentarios eran siempre alegres y divertidos y tenía una manera muy peculiar de escribir, con muchos puntos suspensivos y frases entrecortadas, tenía su estilo, algo muy difícil de conseguir.
La casualidad es muy puta y coincidió su último escrito con su desaparición. Este último escrito hablaba de un imbécil que en su blog la había insultado y se había burlado mucho de ella. La mayoría de los que la visitábamos habitualmente, al principio hicimos los comentarios de ánimo que merecía la ocasión, pero como iba pasando el tiempo y no contestaba, cosa muy extraña en ella, empezamos a preocuparnos. Hasta que al final apareció la bomba: un comentario hablaba de que había fallecido. Bueno, se pueden figurar la conmoción, incluso la incredulidad, hasta que apareció su hijo, ella tenía 49 años, confirmando la noticia. Y bueno, así estamos, un año sin sus escritos ni comentarios, una verdadera pena.
Hoy me ha venido a la memoria y quería recordarla.
Un beso e-.

21/10/08

NUEVOS REPORTEROS


Esto decía ayer en las noticias de mediodía un reportero de Canal 9 (la televisión autonómica valenciana), calado hasta los huesos, debajo de un toldillo de una cafetería:
-En estos momentos están cayendo sobre Buñol 48 litros por metro cuadrado.
Ni uno más ni uno menos. Con reporteros como éste, ¿para qué queremos observatorios meteorológicos?
Los niveles de estupidez en los reportajes de las televisiones están llegando a unas cotas que cada vez hacen menos creíbles las noticias, aunque ellos crean que es todo lo contrario. La competencia entre los diferentes medios de comunicación lleva a los reporteros a meterse en barrancos, en aparcamientos inundados con el agua hasta la cintura, a ponerse al raso en medio de un huracán… en definitiva, a arriesgar la vida si es necesario para hacernos creer que lo que nos están contando es real y es peligroso; como si nosotros fuésemos estúpidos y no supiéramos que un huracán o unas lluvias torrenciales no son peligrosas. Cualquier día habrá una desgracia con un reportero de estos por querer dar sabor a algo insustancial y después todo serán lamentaciones, aunque al día siguiente ya habrá alguien pidiendo el puesto de trabajo del desgraciado. Si alguien se quiere jugar la vida para conseguir un buen reportaje, que sea por algo que realmente valga la pena y que tenga interés para el espectador.

16/10/08

PULGARCITO


La revista infantil Pulgarcito apareció por primera vez en 1921. En sus orígenes era una revista de carácter folletinesco y donde la historia ocupaba un lugar secundario. Fue a partir de 1947 cuando empezó a publicarse en el formato conocido de tebeo. Allí aparecieron por primera vez: Mortadelo y Filemón, Doña Urraca, Zipi y Zape, Carpanta… que han llegado hasta nuestros días. Además de las historietas con dibujos, o sea, lo que hoy llamamos cómic, también se escribían cuentos, historias y relatos. Lo que transcribo a continuación, aunque hoy nos parezca una barbaridad (y luego se quejan de la educación para la ciudadanía), es una arenga aparecida en el número cinco del tebeo para niños (costaba 5 cts. de peseta):

“¡¡VIVA ESPAÑA!! Amigos míos: El suelo africano en el cual tantos derechos tenemos conquistados por el altruista deseo de llevar la civilización entre sus salvajes moradores, ha sido regado una vez más con la sangre de nuestros soldados. La traición ha llevado la muerte en sus filas, haciendo un héroe de cada uno de ellos. ¡¡Sólo la traición podía vencerles!! Pero vibra en el pecho de los españoles todos, el deseo de vengar el honor ultrajado, y ebrios de ardor bélico nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros padres quizás, corren presurosos rodeando nuestra sacrosanta enseña rojo y gualda, a luchar por la patria. Si no fuésemos pequeños, también nosotros les acompañaríamos para ayudarles en tan sagrada misión. Pero ¡no importa! Que nuestro corazón vaya con ellos. Nosotros cantaremos sus glorias. Gritemos con todas las fuerzas de nuestros pulmones: ¡Paz y gloria a los muertos en el campo de batalla! ¡Viva España!”

10/10/08

NO ME FÍO DEL PAPA


Su Santidad el Papa de Roma, cabeza de la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica y Romana y sucesor de Pedro el Zebedeo más que el máximo dirigente de la iglesia, parece un auténtico actor de Holliwood. Siempre que lo veo por la televisión tengo la impresión de que este señor está actuando. Mide cada uno de sus movimientos fríamente, controla a la perfección dónde están las cámaras de televisión que le están filmando. Con la cabeza gacha, en actitud de orar, va controlando con los ojos todo lo que ocurre a su alrededor. Fíjense bien y verán como sus ojos no paran de moverse en todas las direcciones mirando, observando. Siempre va impecablemente vestido, el cuidado de su imagen es exquisito. Vivimos en una sociedad donde la imagen proyectada es importantísima y él lo sabe, por eso la cuida tanto.
Toda su vida trabajó para ser Papa, supo acercarse a su antecesor y hacerse imprescindible para él. A partir de ahí colocó a sus peones para conseguir ganar la votación el día que se tuviera que elegir un nuevo Papa. Y lo consiguió. Un poco tarde, pero lo consiguió. Ahora sólo le queda disfrutar del trabajo hecho durante toda su vida, hasta que dios, o el diablo, le llame a su seno.

6/10/08

DOS AÑOS


Hoy, 6 de octubre, cumplo dos años como “bloguero”. Cuando empecé con esto jamás imaginé que pudiera llegar tan lejos, un hecho insólito para mí. Con ésta son 250 entradas más unas poquitas en el blog que escribo en valenciano. Las personas que me conocen bien no se lo creerían, pues soy de pocas palabras, y claro, contar 250 cosas, son muchas para mí. Durante este tiempo ha habido de todo, de bueno y de no tan bueno, pero lo mejor han sido los amigos que he hecho, yo me atrevería a decir que algunos muy buenos; amigos extraños, pues sólo a través de la palabra escrita, ni siquiera sé el timbre de sus voces, han conseguido en mí admiración y lealtad hacia ellos. Espero y deseo hacer con el tiempo más amigos, pero sobre todo conservar los que ya tengo, aunque por desgracia algunos sin más han desaparecido.
Sólo puedo, por tanto, daros las gracias por pasar por aquí de vez en cuando y por abrir una ventana por la que yo también me pueda asomar a vosotros. Gracias.
Para celebrar este segundo aniversario, os dejo un escrito que publiqué hace ya más de un año, y que considero que es de lo mejor que he escrito (lo que da una idea de cómo será lo peor, pero es lo que hay). He hecho algunos pequeños retoques del original, pero sin importancia. Una de mierda (con perdón) lo titulé. Espero que lo disfrutéis.

Serían sobre las siete de la tarde, verano, calor, desidia, inactividad, aburrimiento, ¡qué asco!
Éramos cinco o seis. Estábamos recostados en la pared de la caseta medio derruida de lo que pretendió ser unos vestuarios para los que jugaban al fútbol, mirando como, en la otra portería, había otros niños jugando a la pelota y divirtiéndose mientras nosotros nos aburríamos como ostras, pensando qué podríamos hacer que no fuera jugar al fútbol, que hace calor y cansa mucho, cuando me acarició la pituitaria un olor penetrante:
-Joder, vaya olor a mierda que hace –dije.
-Sí, ahí dentro hay una mierda de toro –contesta uno.
Me levanto, me acerco donde dice, y veo una obra de cuerpo impresionante, pero no era de toro, ¿era posible que un niño hubiera podido hacer aquello? porque por allí sólo íbamos niños. Eso sólo se podía haber hecho después de pasarse cuatro o cinco días llenando sin vaciar, guardándolo todo bien guardadito para sacarlo de una sola vez. Y allí la teníamos: ¡grande y hermosa! un verdadero regalo que algún generoso había “deposicinonado” para sacarnos de nuestro letargo.
-¡Eh, mirad qué maravilla! –dije.
Entraron todos.
-Joder, pesará un kilo.
-Esa es de ayer, ya está seca por encima.
-No, tendrá dos días.
-No, es de ayer, ahora verás como la capa seca de encima es delgada –coge un palo y se lo inca elevándolo luego a los ojos de los demás – ¿veis qué tierna está por dentro?
-Es verdad –asentimos.
-¿Queréis que la plastifiquemos? –digo.
-¿…?
-Sí hombre, prendemos un saco de plástico y echamos las gotas que se producen cuando se derrite sobre la mierda, y cuando se enfría, se queda plastificada y la podemos guardar mucho tiempo.
-Bien, pero será mejor sacarla fuera antes.
Dicho y hecho, mientras unos buscan unos sacos de plástico los otros le metemos con cuidado una maderita por debajo y la sacamos entera al campo de fútbol, al lado de la portería sur. Cuando llegan los de los sacos, nos repartimos uno para cada uno y les prendemos fuego, porque entre los accesorios de un niño, nunca faltaban cerillas; entonces nos ponemos todos alrededor del cuerpo presente y empezamos a dejarle caer encima las gotas ardientes de plástico derretido. Entre que la habíamos removido un poco para sacarla y el calor de las gotas de plástico que la estaban asando, se elevaba un olorcillo que atacaba sin piedad nuestras tiernas naricillas. Pero nada, allí estábamos aguantando como verdaderos espartanos hasta que se consumieron los plásticos. La verdad es que quedó muy bonita: los tonos verde-azulados y negros del plástico, contrastaban con el amarillo-marrón del interior, dando al conjunto un aspecto abstracto, como una escultura contemporánea; estoy seguro de que si eso lo hace un artista de renombre, le pagan un dineral y lo consideran una obra de arte: “Mierda de Tal plastificada a los cuatro puntos cardinales”.
-Y ahora qué.
Bueno, por aquí por Valencia, yo no sé por qué, siempre hay quien lleva un petardo en el bolsillo (otro complemento casi imprescindible en el vestuario de un niño de entonces).
-Y si…
-Pues claro que sí, ya tardas.
El chaval le clava el petardo y le prende fuego. Pero los niños son así, si no, no serían niños. ¿Y qué hacen los niños? Pues comprobar que todo sale bien. El modo de proceder normal en adultos hubiera sido que, uno, el más atrevido o el más rápido, le hubiese prendido fuego al petardo, mientras los otros, a una distancia prudencial, hubieran estado atentos a las operaciones del valiente pirotécnico para terminar en una risa y aplauso general. Pero la lógica de los niños es distinta, el niño actúa como el buen reportero: tiene que estar allí dónde se produce la noticia, no vale que te la cuenten; o sea, que si uno se agacha a prender fuego a la mecha del petardo, los demás se agachan a su alrededor para comprobar que efectivamente lo está haciendo bien, porque puede pasar que no lo haga bien, y siempre hay uno que tiene que decir que levante la mecha, otro que la sujete con el dedo, otro que clave un poco más el cohete, otro comprobar que huele bien… Pero eso no es todo, porque una vez ha prendido la mecha, hay que comprobar que no se va a apagar, y entonces, como una corriente telepática les llega la orden a todos los pequeños cerebros que el proceso de ignición está iniciado correctamente y que la cuenta atrás está a punto de concluir, lo que significa que el momento de la detonación está muy cerca. Entonces las piernas de todos se disparan como unos muelles hacia arriba para salir como alma que lleva el diablooooooommmmmmm.

Demasiado tarde, o demasiado pronto. Demasiado tarde hemos salido de allí y demasiado pronto ha explotado el petardo. Afortunadamente, como éramos muchos, salimos a menos cada uno. El que más suerte tuvo fue el que se levantó primero, el más cobarde, el traidor, pues su parte la recibió por la espalda; pero los demás, los más valientes, recibimos nuestra porción por delante, dándole la cara al peligro ¡Llenos de mierda recalentada desde la cabeza hasta los pies! Primera reacción: intentar quitárnosla de encima, craso error, porque lo único que conseguíamos era extenderla más por la cara, los brazos, las piernas, la ropa… Del otro lado del campo de fútbol oímos a los otros niños quejarse del olor a mierda que hacía. El olor llegó incluso al pueblo que se encuentra a unos doscientos metros. Pero allí ya llegó poco. Poco porque el mucho nos lo quedamos nosotros, que para eso lo habíamos producido. Qué remedio, nos fuimos corriendo y maldiciendo a un pequeño arroyo que pasa cerca y nos limpiamos como pudimos. No recuero qué me diría mi madre cuando llegué a casa, tampoco importa. Lo que sí que me gustaría saber es quien fue el valiente que hizo aquella Obra Monumental, me hubiera gustado darle la enhorabuena… y las gracias.