La P. Miseria vivía en una casa medio derruida y apartada en la más absoluta miseria. Era vieja y decrépita y su carácter huraño la había convertido en una persona desagradable. Delante de su casa había una gran higuera que le proporcionaba alimento prácticamente todo el año. Así y todo, muchas veces acudían los muchachos de alrededor a robarle los higos, lo que cabreaba mucho a la P. Miseria.
Una noche de tormenta que llovía a cántaros, llamaron a la puerta. La P. Miseria abrió y apareció una bella mujer vestida de negro y totalmente empapada. La P. Miseria se apiadó de ella y la invitó a pasar. Le secó la ropa en el fuego y le dio para comer un trozo de pan duro y unos higos secos. Después le preparó una cama con una sábana y un montón de hojas secas. Al día siguiente la mujer de negro le dijo a la P. Miseria que era la Muerte y que había venido a llevársela. La P. Miseria le pidió que por favor la dejara vivir un poco más, que aunque no tenía nada, le tenía mucho aprecio a la vida. La Muerte, como la había acogido tan bien en su casa sobre ser tan pobre, se apiadó de ella y le dijo que le daría tres años más de vida, tras los cuales vendría a por ella. La P. Miseria antes de que la Muerte se fuera le pidió otro favor: que encantara la higuera para que todo aquél que subiese no pudiera bajar hasta que no lo dijera ella. La Muerte se lo concedió y se fue. A partir de ese momento todos los niños que subían a robar higos se quedaban pegados a las ramas de la higuera y no podían bajar hasta que no lo dijera la P. Miseria. Poco a poco dejaron de ir a robar higos y la P. Miseria se quedó sola.
Transcurrieron los tres años y la Muerte volvió para llevarse a la P. Miseria. La P. Miseria le pidió un último favor antes de irse con ella; que le cogiera unos cuantos higos de esa higuera que la había estado alimentando durante tanto tiempo y a la que tanto quería. La Muerte subió a la higuera, pero como no se acordaba del encantamiento que hizo hacía tanto tiempo, se quedó pegada a una rama. Le rogó a la P. Miseria que la bajara de allí, pero la P. Miseria le dijo que si quería que la bajara, no tenía que volver nunca más a por ella. La Muerte no tuvo más remedio que aceptar y se fue. Después de esto la P. Miseria abandonó la casa y se fue a recorrer el mundo dejando su huella allí por donde pasaba.
8 comentarios:
No sabía que se pudiera negociar con la muerte, que esta fuera en cierta manera comprensiva y que la P. Miseria fuera tan lista...¡qué pocas cosas sé!
:(
...una pena que la muerte no hubiera estado más espabilada o que...tuviera mejor memoria pero...supongo que son cosas de la edad...aunque si la historia no hubiera sido así estoy segura que ya nos hubiéramos inventado algo que sustituyera a la P. Miseria... (optimismo en vena)
Saludos
¿Recordáis aquella serie de televisión llamada el Cuentacuentos? Jamás olvidaré un cuento en el que un hombre tenía un par de objetos mágicos, el primero de ellos un espejo que servía para ver a la muerte y comprobar si estaba en la cabecera o a los pies de la cama, y el segundo un saco, que a todo aquel que se le dijera "métete en el saco" no podía evitarlo y tenía que entrar dentro. Así este hombre logró atrapar a la muerte dentro de su saco...
En fin. Que me ha gustado tu historia.
Estupendo cuento, me ha encantado, es como esos que cuentan de los nombres de las estrellas, pero en duro realismo :)
Y es que la muerte también tiene su lado bueno...
¡Besos!!
(Sí que he probado lo de los prismáticos, sí, a ver si me compro otros que se me los llevaron una vez jejejeje)
Qué bonita tu historia...como verás soy tremenda admiradoras de historias que te hacen pensar y reflexionar.me ha gustado..
Un besito.Mar
Mmmmm.... Me ha gustado ese trato con la muerte... ¿crees que se podrá negociar con ella? o_-
Besotesssssssssssss
Bonita historia; me ha gustado.
Un cordial saludo.
Compa Corpi, te voy a pedir un favor: ¿me puedes enviar la dirección de correo electrónico de la P. Miseria...? Es que me estoy pensando contratarla para, llegado el momento, ver si se pueden hacer algunos "ajustes negociados" con la parca. Ah, si hablas con ella, dile que pago bien, gloria bendita, lo que haga falta...
Buen relato, compa, por cierto...
Un abrazo.
Me gustó el cuento, sí.
La P.Miseria se observa lista, aunque me sorprende su gusto por la soledad. Ella que tan "sociable" se muestra en algunos rincones.
De la muerte, más que creerla atolondrada, la pienso también hábil. Al fin y al cabo hacen P.Miseria y ella un buen y "jodelon" equipo.
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