1/8/07

UNA DE MIERDA (CON PERDÓN)

Ya hace muchos días que no escribo nada, y no es porque no tenga ganas de escribir, sino porque no se me ocurre nada. Supongo que será por la calor que me seca las ideas o yo que sé. La verdad es que incluso se me había pasado por la seca cabeza la idea de mandarlo todo a tomar por saco porque muchas de las cosas que estoy publicando estos días las tengo escritas desde hace un tiempo, cuando me funcionaba mejor el cerebelo. Pero mira tú por dónde, esta mañana se me han ocurrido dos entraditas que podrían tener el mismo título y sin embargo no tienen nada que ver: una se me ha ocurrido al escuchar la COPE (y que Rafa Almazán me perdone), menudo locutor el que sustituye a Fedeguico, este casi es peor; y la otra, de la que voy a hablar aquí, me ha llegado un poco más tarde a la cabeza. En este punto tengo que advertir que la cosa va de guarrerías, así es que si usted, querido lector es un poco aprensivo o asquerosillo, mejor vuelva en otra ocasión.
Pues bien, la inspiración (literalmente) me ha venido cuando el tío Pepe “Cuquello” estaba removiendo un poco de tierra para enterrar una manguera para regar el jardín. Entonces mientras hacía el acto de inspirar aire han llegado a mi pituitaria una serie de partículas que le eran familiares a mi cerebro pero que no acababa de identificar. Y es que como es sabido, los olores son los primeros evocadores de situaciones pasadas a las que asociamos con ese olor. Identificar el olor y la niñez, claro, ha sido todo uno. Y cuál era el olor. Bueno pues no era ni más ni menos que, cómo diría yo, obra de cuerpo antigua o, mierda seca, vamos. Por lo visto, alguien quiso hacerle un regalito al algarrobo y le dejó algo que a él le sobraba y que al árbol le vendría muy bien para su desarrollo. Y lo que pasa en estos casos, que la naturaleza tiene su lógica, y aquel paquete formado por un 80% de agua y con los calores del verano, pronto se quedó reducido a un simple terrón de tierra negra, pero que guarda un arma secreta, su penetrante olor, que permanece agazapado como la perdiz, pero que si se la toca, ¡ah amigo! Y eso es lo que hoy a ocurrido, que se le ha molestado en su letargo desintegrador y ha provocado que me levantara, aspirara profundamente, cerrara los ojos y me fuese directamente unos casi treinta años atrás, justamente al lado de la portería sur del campo de fútbol de mi pueblo:
Éramos cinco o seis recostados en la pared de la caseta medio derruida de lo que pretendió ser unos vestuarios para los que jugaban al fútbol, mirando como en la otra portería había otros niños jugando a la pelota y pasándoselo bien mientras nosotros nos aburríamos como ostras, pensando qué podríamos hacer que no fuera jugar al fútbol, que hace calor y cansa mucho, cuando me vino a la pituitaria el mismo olor que hoy:
-Joder, vaya olor a mierda que hace –dije.
-Sí, ahí dentro hay una mierda de caballo –contesta uno.
Me levanto y veo una obra de cuerpo impresionante, ¿era posible que un niño hiciera aquello?, porque por allí sólo íbamos niños, eso sólo se podía haber hecho después de pasarse cuatro o cinco días sin haber soltado ni una burbuja de aire, nada, todo guardadito para sacarlo de una sola vez. Y allí la teníamos, como un presente que alguien generoso había depositado para sacarnos de nuestro estado de abatimiento.
-Eh, mirad qué maravilla.
Entraron todos.
-Joder, pesará un kilo.
-Esa es de ayer, ya está seca por encima.
-No, tendrá dos días.
-No, es de ayer, ahora verás como la capa de encima es pequeña –coge un palo y se lo inca levándolo a los ojos de los demás –ves que tierna está por dentro.
-Es verdad –asentimos.
-¿Queréis que la plastifiquemos? –digo.
-¿…?
- Sí hombre, prendemos un saco de plástico y le echamos las gotas que se producen cuando se derrite sobre la mierda y cuando se enfríe se queda plastificada y la podemos guardar mucho tiempo.
-Bien, pero será mejor sacarla fuera antes.
Dicho y hecho, mientras unos buscan unos sacos de plástico los otros le metemos con cuidado una maderita por debajo y la sacamos entera al campo de fútbol, al lado de la portería sur. Cuando llegan los de los sacos, nos repartimos uno cada uno y les prendemos fuego; entonces nos ponemos todos alrededor del trofeo y empezamos a dejarle caer encima las gotas ardientes de plástico derretido. Entre que la habíamos removido un poco y el calor de las gotas de plástico que la estaban asando, se elevaba un olor, como diría yo, NAUSEABUNDO, pero nada, allí estábamos aguantando hasta que se consumieron los plásticos. La verdad es que quedó muy bonita, estoy seguro que si eso lo hace una artista de renombre, le pagan una pasta y lo consideran una obra de arte: “Mierda de Tal plastificada a los cuatro puntos cardinales”, no te jode.
-Y ahora qué.
Bueno, por esta zona, yo no sé por qué, siempre hay quien lleva un petardo en el bolsillo.
-Y si…
-Pues claro, ya tardas.
El tío le clava el petardo y le prende fuego. Pero los niños son así, sino, no serían niños. ¿Y qué hacen los niños? Pues comprobar que todo sale bien. Lo normal en adultos hubiese sido que, uno, el más atrevido, o el más rápido le hubiese prendido fuego al petardo, mientras los otros a una distancia prudencial hubieran estado atentos a las operaciones del valiente pirotécnico para terminar en una risa y aplauso general. Pero la lógica de los niños es distinta, el niño actúa como el buen reportero, tiene que estar allí dónde se produce la noticia, no vale que te la cuenten; o sea, que si uno se agacha a prender fuego a la mecha del petardo, los demás se agachan a su alrededor para comprobar que efectivamente lo está haciendo bien, porque puede pasar que no lo haga bien, y siempre hay uno que tiene que decir que levante la mecha, otro que la sujete con el dedo, otro que clave un poco más el cohete, otro comprobar que huele bien… Pero eso no es todo, porque una vez ha prendido la mecha, hay que comprobar que no se va a apagar, y entonces, como una corriente telepática, les llega la orden a todos los pequeños cerebros que el proceso de ignición está iniciado correctamente y que la cuenta atrás está a punto de concluir, lo que significa que el momento de la detonación está muy cerca. Entonces las piernas de todos se disparan como unos muelles hacia arriba para salir como alma que lleva el diabooooooommmmmmm.

Demasiado tarde, o demasiado pronto. Demasiado tarde hemos salido de allí y demasiado pronto ha explotado el petardo. Afortunadamente, como éramos muchos, salimos a menos cada uno. El que más suerte tuvo fue el que se levantó primero, el traidor, y le llegó todo por la espalda, pero a los demás, desde la cara hasta los pies, ¡llenos de mierda recalentada! Primera reacción: intentar quitárnosla de encima; craso error, porque lo único que conseguíamos era extenderla más por la cara, los brazos, las piernas, la ropa… Del otro lado del campo de fútbol oímos a los otros niños quejarse del olor a mierda que hacía. El olor llegó incluso al pueblo que se encuentra a unos doscientos metros. Pero allí llegó poco. Poco porque el mucho lo teníamos nosotros encima. Qué remedio, nos fuimos corriendo y maldiciendo a un pequeño arroyo que pasa cerca y nos limpiamos como pudimos. No recuero qué me diría mi madre cuando llegué a casa, tampoco importa. Lo que sí que me gustaría saber es quien fue el valiente que hizo aquella Obra Monumental, me hubiese gustado darle la enhorabuena.

8 comentarios:

Patri dijo...

^_^ Me he reido un montonazo leyéndote, ¿esto te pasó en serio? Vaya trastos. ^_^

Besotesssssssssssssss

Pepe Castro dijo...

Una estupenda historia, que aún gana más contada como lo haces. Divertidísima.

Mar dijo...

Aggghhhaggff jajajajajajaj yo no se qué es más genial si la plastificación o la petardada. Creo que lo mejor será que compres lotería, que según dicen, cada vez que se habla de mierda (con perdón) te toca, pero en vuestro caso lo de "tocarte" tuvo mejor sentido.
(Lo de abandonarlo todo nos pasa de vez en cuando a la mayoría, no se a cuento de qué si nadie nos obliga a nada... ¿o sí?)
Besoss

e-catarsis dijo...

jajajjjajjaaaa
Querido es usted un crack ¿de veras se ha planteado mandarlo todo al carajo?...hombre no nos hagas esto porque por una entrada así a mi ya me vale jajajajajaa

¿Obra de cuerpo? ajajjajjaa qué me parto ¡¡¡menuda expresión!!!

Gracias guapete que me he reído lo que no está escrito ( es que yo al guión le pongo imágenes rapidito rapidito)
Bss :))

eclipse de luna dijo...

Holaaa pasaba a despedirme porque como ya has leido me voy de vacaciones y cierro el blog por unos dias...espero que pases un feliz veranito.Nos vemos pronto.
Un besito.Mar

RGAlmazán dijo...

Joder Corpi, me has hecho reir a las siete de la mañana. Todo un record. ¡Qué bueno! la anécdota y cómo está contada.
Lástima que no encontrarais al "obrero de cuerpo" que fue capaz de surtiros de material a todos.
Y lástima no tener la edad ahora, pues lo de plastificar "la obra" es genial y lo desconocía.

Salud y República

Deikakushu dijo...

Que buena forma de enmpezar el dia en el trabajo, me he reido un montón. La verdad es que es curioso y genial a la vez las cosas que podemos hacer y se nos ocurren de pequeños. Que tiempos mas felices, cuando la máxima preocupación de un grupo es como poder dar utilidad lúdica a una mierda. Buenos tiempos.

Manuel Márquez dijo...

Compa Corpi, si con el cerebro resecado eres capaz de dejarnos una pieza como ésta, casi mejor que no lo riegues: las carcajadas van a mosquear a los vecinos...

Un abrazo.