20/2/08

REPARTIENDO EL MUNDO (II)


(Esta entrada es continuación de la anterior)
Retomamos aquí la misión secreta del Cardenal de Valencia, experto desfacedor de entuertos: la sucesión al trono de Castilla. Su primer paso fue obtener una Bula Papal que suspendía la prohibición de contraer matrimonio entre los medio hermanos, y de este modo, los consanguíneos, Isabel y Fernando se pudieron casar. Además estaban unidos por el fruto de su amor prohibido, que no era otro que una hija a la que llamaron Juana, y a la que se apodó La Loca. Nuestro Cardenal, junto al astuto Arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, reconciliaron a Enrique IV con Isabel y Fernando. Del banquete de reconciliación salió el Rey con el vientre suelto y el alma descompuesta y no tardó en morir con la piel ennegrecida y la lengua saliéndosele por la boca abierta, por efecto de la cantarella, el veneno favorito de nuestro Cardenal, una extraña mezcla de espíritu y materia, perfecto pasaporte para el más allá, tome su turno. Tomaron bajo su control los designios de España, Isabel y Fernando, a la sazón Reyes Católicos y la Beltraneja, con una patada en el culo, fue exiliada a Portugal; su ¿padre? Beltrán de la Cueva, entró a formar parte de la nómina de los Reyes Católicos, con dos cojones, vueltas que da la vida.
Muerta la viuda amancebada con nuestro Cardenal favorito, cogió a sus dos hijas; a la menor la metió en un convento para que rezara por los pecaditos de su padre y a la mayor, Vannoza, se la guardó para sí; otras fuentes señalan a Vanozza como condesa de Cattanei, pero siendo los orígenes de la tal totalmente distintos, para el caso que nos hace, tanto monta, monta tanto (que mira tú por donde, nos viene como anillo al dedo). Lo importante es que Alejandro y Vannoza, de tanto acudir al tálamo del amor contribuyeron al aumento demográfico de la época con cuatro hijos: Jofre, Juan, César y Lucrecia Borgia; sangre de su sangre, nunca mejor dicho.
Usaba el endemoniado calzones rojos y obligaba a su Vannoza a usar también el color de sus calzones, cual diablesa picantona. De buen parecer y fabla encantadora, dueño y señor de las aristocráticas y remilgadas hembras de Valencia, era llamado Cardenal de la Pija Gorda, pues acreditaban las golosas golondrinas a las que les gustaba picar, que era más dulce y sabrosa que el arrope y la miel, tal vez, cuando iban a confesar, tenían por penitencia poner las rodillas en tierra, y mirando para el Micalet de la Seo, saborear los bienes celestiales. También tenía unos labios gruesos y sensuales por los cuales era apodado Morrudo: Cardenal Morrudo de la Pija Gorda, con calzones rojos, el mismísimo diablo.
Una vez finalizada la misión secreta que le llevó a España, el Cardenal cogió a su hija Vannoza y a sus hijos de su ¿hija?, y regresó a Roma para cobrar su reconpensa: en el cónclave de 1492, fue elegido por unanimidad sucesor de Pedro, Vicario de Cristo en la tierra, Apóstol Divino, Infalibilidad Terrenal, Palabra de Dios, Amén, y adoptó el nombre de Alejandro VI, al que Dios confunda. Pero no fue su elección por méritos religiosos, pues más bien eran mezquinos, sino por los políticos, de lo que era un experto consumado; además seguimos “tantomontando” que nos viene al pelo.
Cosas que pasan, a Cristóbal Colón le dio por descubrir ese mesmo año el continente americano, tierras que creía que eran las Indias, de ahí que llamaran indios a los americanitos, vaya gracia les haría. Los portugueses automáticamente se subieron al carro ya de por si cargado, lo que provocó tanto peso que las ruedas y los burros se hundieron hasta las corvas. Los castellanos llamaron apresurados al Papa para que empujara y sacara el carro del fango. Su Excelentísima Santidad, corrió veloz al auxilio de su patria, no debemos olvidar que era valenciano, por tanto súbdito de la Corona de Aragón, o mejor dicho a los caudales que eran más crecidos que los menguados de los portugueses, y dictó las cuatro Bulas Alejandrinas donde en nombre del Dios cristiano, único y verdadero (y al que diga lo contrario, garrote u hoguera) dio a España y Portugal la posesión y el dominio de todas las tierras descubiertas y las por descubrir, siempre y cuando no pertenezcan a otro soberano de la cristiandad, y con la obligación de expandir y educar la única fe verdadera, la católica, apostólica y romana, a los habitantes de las extrañas tierras que seguramente vivirán en una fe equivocada que les llevará irremisiblemente al infierno. Posteriormente el Tratado de Tordesillas (1494) entre España y Portugal vendría a intentar poner orden entre las posesiones de ambos países, concediendo a Portugal todas las tierras sitas al este de un meridiano sito a 370 leguas de las islas de Cabo Verde y a España las sitas al oeste de este meridiano (el problema surgió con la medición de este meridiano, pues en aquella época aún no se habían inventado los instrumentos precisos para este menester, habría que esperar hasta finales del XVIII para hacerlo con precisión).
Y así, la autoridad suprema de Su Santidad sobre todos los poderes terrenales, proclamaba la conquista de las almas y no así de los cuerpos ¡Espontáneamente, nos, por nuestra pura liberalidad de ciencia cierta y en la plenitud de nuestra autoridad apostólica, concedemos a perpetuidad y donamos a vos y a vuestros herederos y sucesores los Reyes de Castilla y Aragón, todas las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir hacia occidente y sur, por los siglos de los siglos. Amén! ... (Continuará)

6 comentarios:

enrique dijo...

Estupenda y amena crónica...

Merce dijo...

La Historia contada con un lenguaje cotidiano y de forma divertida...

Manuel Márquez dijo...

Vaya tela, compa Corpi; un relato sustancioso, nutritivo y la mar de entretenido. No me veas cómo me he reído (y aprendido) leyéndolo. Aquí quedamos a la espera de continuación, cómo no...

Un abrazo (y buen fin de semana).

Corpi dijo...

Enrique: Me alegro que te guste. Tú tienes parte de culpa.
Merce: Pero no veas lo que cuesta.
Manu: Aquí te espero para que lo leas y gracias.

Patri dijo...

Así da gusto aprender historia, en serio, me ha encantado.

Quedo a la espera de la siguiente.

Besotessssssssss

Corpi dijo...

Patri: Gracias. En cuanto termine la próxima, en unos días... espero.