25/4/08

RAICES


Tengo un huerto de naranjos que compré hace unos años a una tía mía. Este huerto se lo arrancó mi abuelo con la ayuda de mi padre, mi tío y otros hombres contratados del pueblo, a la montaña. Mi padre me cuenta que con un caballo iba allanando el terreno transportando tierra y piedras de un sitio a otro durante mucho tiempo. Después hicieron un muro de piedra para sostener lo que hoy son los bancales; y posteriormente, en invierno, cuando menos trabajo había en los campos, fueron varios hombres del pueblo, que con los pies enrollados con sacos para evitar el frío y la helor de la tierra, cavaron toda la parcela a una profundidad de unos 70 cm. para que enraizaran mejor los árboles (este trabajo que aquí denominamos “arrabassar” estaba considerado el peor de los trabajos, afortunadamente hoy ya no se hace). Este huerto le correspondió en herencia a una tía mía y posteriormente yo se le compré a ella. Por desgracia el cultivo de la naranja ha ido a menos. Para que se hagan una idea les diré que hará unos 20 años una arroba de mandarinas (es la medida de peso utilizada en esta zona y que equivale a unos 13 kg.) se pagaba a más de 2000 ptas., 12 €; hoy esa misma arroba se paga a uno o dos euros. Eso sí, los costes para hacer esas naranjas se han centuplicado. En cambio si vas al supermercado a comprar un kilo de mandarinas te cobran un euro (injusto, indignante, asqueroso… pongan el calificativo que quieran). A causa de esto mucha gente está abandonando las tierras y muchos las están vendiendo a especuladores que con la connivencia de los ayuntamientos, un día u otro nos llenarán todo el territorio de campos de golf y sus correspondientes urbanizaciones adosadas. Muy triste futuro nos espera.
Este campo yo lo compré con mucha ilusión. Me gasté mucho dinero arreglándolo porque estaba un poco abandonado y lo puse en perfecto estado de producción, justo cuando comenzó la crisis, hay que joderse. Pero aun así me dedico plenamente a él. Arranqué una parte del huerto para hacerme una pequeña casita de piedra siguiendo el estilo antiguo de construcción en el que se utilizaba todo lo que estaba a mano pues los tiempos no estaban para melindres, (no está bien que lo diga, pero es la más bonita de toda la zona) para ir a hacer paellas con los amigos, y una buena zona de juegos para los niños con un montón de arena de la playa que les vuelve locos.
El otro día fui con el Figura a cavar la tierra. El Figura es un tractor o mula mecánica; tiene más de treinta años, mi padre ya lo compró de segunda mano, pero va como una seda. Es un Agria de 18 caballos sin remolque. Toda una reliquia. Es viejo, pero yo le he visto romper una rama de naranjo como el brazo como si fuera una caña. Como se paga tan poco por las naranjas, la gente ha dejado de cavar las tierras y los tractores han ido desapareciendo. Yo como lo tengo en propiedad trabajo mi propia tierra, si tuviera que contratar a alguien para que lo hiciera, me costaría demasiado dinero para la rentabilidad que da ahora la naranja. Mis amigos me dicen que estoy loco, porque es un trabajo muy pesado, pero yo disfruto haciéndolo.
La labor la hice durante tres días. Después de terminar mi trabajo habitual me iba al huerto a cavar con el Figura. Aunque estaba cansado por mi trabajo tengo que decir que disfrutaba detrás del tractor, y eso que la tierra estaba más dura que el hormigón por culpa del poniente que no ha cesado de soplar en dos semanas, el cabrón. Al terminar de cavar estaba anocheciendo, del oeste soplaba una suave brisa caliente que levantaba pequeños remolinos de polvo de la tierra recién labrada. Mis oídos pitaban aturdidos por el tremendo ruido del tractor y mis manos estaban adormecidas por las vibraciones de la máquina. Estaba tan cansado que mi cuerpo parecía que no me pertenecía, como si se transformara en un ser estático. Entonces noté que mis pies empezaban a hundirse en la tierra mullida recién labrada hasta los tobillos, de mis dedos empezaron a salir raíces que se extendieron por toda la superficie del campo y que empezaron a nutrirse con los sudores y sufrimientos de todas aquellas gentes que en un pasado hicieron posible que un pedazo de montaña se transformara en una ilusión que hoy no es.

18 comentarios:

Naturaleza y M. A. dijo...

Muy buena inversion, queremos mas fotografias de esos naranjos.

Merce dijo...

Mi marido tiene una historia muy parecida con un huerto de limones heredado de su padre...huerto que al final tuvo que ser vendido, por la lejanía en ese momento, por todo lo que tú muy bien sabes, y que has contado aquí, al final el huerto resultaba caro...Una pena, una auténtica pena...creo que ahora por allí están a punto de hacer una autovía...

Anónimo dijo...

Las raíces son las raíces y eso no se olvida.

Yo de pequeño, en verano solía ir a mi pueblo con mis tíos y primos, tenían una gran extensión de tierra donde tenian olivos, nos soliamos montar en el tractor, recuerdo el traqueteo del tractor y las ruedas del mismo casi rozandome, buenos tiempos aquellos aunque no hace mucho de ello. Ahora mis tios han tendio que vender mas de la mitad de la tierra porque no les da dinero.

Salud y República

eclipse de luna dijo...

Por desgracia por aqui esta ocurriendo lo mismo, no hay recursos para mantener un huerto, demasiado caro mantenerlo en condiciones, bajos precios para la cosecha y poca agua por no decir ninguna que cae del cielo..
Un pena...
Por cierto, bonita casa.
Un besito y una estrella.
Mar

Blue Devil's dijo...

Evasión. Por agotador que sea, y más tras un largo día de trabajo, montarte en ese tractor a cavar la tierra te permite evadirte, dejar que tus pensamientos vuelen lejos, y que de alguna forma tu cuerpo eche raíces en esa tierra, como uno más de los naranjos que la pueblan. Y te sientes parte de algo mucho más grande. Por agotador que sea, regresas a casa con el cuerpo valdado, pero tu espíritu en paz.

Mi padre también tiene una pequeña finca a la que va siempre después de trabajar... a veces se pega unas palizas de infarto y vuelve a casa hecho polvo, pero en sus ojos puede verse como si hubiese rejuvenecido diez años.

Manuel Márquez dijo...

Jodé, compa Corpi, aunque ya me constaba tu amor a la naturaleza por muchas de tus reseñas, jamás hubiera imaginado que la cosa llegaba a este nivel. Una lástima lo que cuentas sobre lo mal que está el agro, en general, y la naranja, en particular, y me alegro mucho de que una actividad de ese tipo (que a mí se me haría insoportable, he de confesarlo) te reporte tanta satisfacción en lo personal.

Un abrazo.

enrique dijo...

Admirable historia, de veras. Y más para un paleto de ciudad como yo que cree que el campo es un sitio lleno de pollos crudos.
Siempre me ha admirado el arduo e ingrato trabajo de los agricultores, de la gente del campo.
Ánimo!!

Nür dijo...

Quina llàstima. La veritat és que és una llàstima que tants camps es facin malbé... però com sembla ser que l'única cosa que dóna diners és plantar maons... i ara ni això! M'alegra pensar que almenys queda gent com tu, que ho gaudeix i ens fa sentir això que assec al llegir-te...
Salut,
Nür

Corpi dijo...

j.m.: No creo que fuera tan buena inversión.
Merce: Eso es lo que está pasando, la gente se harta de perder dinero.
14 de abril: Al menos nos quedarán los recuerdos.
Mar: Por lo que parece está pasando en muchos sitios, por no decir en toda España. El sector primario está completamente abandonado.
Blue: Hoy la única manera de mantener la tierra productiva es hacerlo fuera de horas, porque abandonar el trabajo para dedicarte a ella es un suicidio económico.
Manuel: Más que amor a la naturaleza, que lo tengo, es una cuestión cultural. Mi pueblo toda su puta vida ha vivido de la agricultura, y ahora da pena ver en qué estado está el término municipal; y todo por culpa de cuatro hijoputas.
Enrique: Muy bien lo dices: ingrato, ese es un término que califica muy bien el trabajo en el campo. Ahora que cuando te comes una naranja recién cogida del árbol, y mira tú por donde, siempre la mejor, la pelas con las manos sucias de tierra y sudor, que le da un sabor especial, la verdad es que te sientes gratificado por tanto esfuerzo.
Nür: Gràcies per les teues paraules d'ànim. De fet, o ens ho prenem en serio o d'ací a poc serà tot un terreny erm i feréstec.

Oruga Azul dijo...

Sólo dos palabras: beatus ille...

Anónimo dijo...

Disfruta de la tierra cuanto puedas. Y ya sabes, la tierra para el que la trabaja (con el cariño que tú parece que le pones).
Salud
Pierre Miró

Naturaleza y M. A. dijo...

No te parece una paradoja que paguen tan poco por la naranjas y que luego en el mercado esten tan caras, como bien dices yo tambien me considero un esceptico total la manipulacion y el engaño estan a la orden del dia,
saludos.

Joan dijo...

Hola, en relación a lo que dices de los precios y sin ánimo de hacer propaganda, hace un par de meses trabajé en un programa de la TV Balear sobre agricultura. Uno de los reportajes trató sobre la Cooperativa Agrohorizontal, está compuesta por pequeños productores y se dedican a quedar en locales y vender sus productos directamente, sin intermediario, que es lo que encarece el producto. Quizá este sea el modelo a seguir.

Saludos

Corpi dijo...

Oruga: traduce que yo ya no me acuerdo.
Pierre: La tierra para el que la trabaja y el rendimiento para el intermediario y el distribuidor.
j.m.: Así es una paradoja. Pero las autoridades saben qué es lo que está pasando y no hacen nada, entre otras cosas porque ellos también sacan tajada, y no poca.
Joan: Pues posiblemente esa sea una de las soluciones, el problema es unir a un sector cada vez más desencantado y aburrido.

Luna Carmesi dijo...

Estaba tan cansado que mi cuerpo parecía que no me pertenecía, como si se transformara en un ser estático.

Las raices solo nacen cuando la intima satisfacción las riega...

Anónimo dijo...

Lástima haber leido tan tarde esta entrada, sin embargo no me ahorraré un comentario. Es indignante que se valore tan poco el trabajo del campesino, los consumidores parecen pensarse que la fruta y hortalizas ya nacen para ser servidas, que la tierra da sus frutos gratuitamente. La mayor injusticia, más allá de que la gente quiera la comida barata para tener sus caprichos (no me digan que para llegar a final de mes, porque esos son pocos, la amyoría es para tener caprichos) es que casi todos los beneficios se los llevan los intermediarios, los que menos trabajo realizan, a veces casi ni se encargan del transporte (carrefour y demás supermercados). No me extraña que el actual movimiento campesino, de los pocos que resisten, es vender directamente, con un intermediario como mucho, o bien fundando cooperativas, lo cual funciona relativamente bien.
Pensar en todo el grano que se tira da escalofríos, es esquilmar la tierra y el agua inútilmente (contaminada por pesticidas y herbicidas), matar a muchos de hambre que se ven incapaces de vender sus cosechas (hablo de personas del mundo arrollado) por las subvencionas que se dan en Europa y Norteamérica a los grandes poseedores de tierra (Duquesa de Alba, la reina de Inglaterra). Caída de precios por el exceso de producción de alimento, obligándonos a recordar que la causa del hambre en el mundo no es la falta de alimento, sino la desmesurada producción para dárselo a unos pocos que ni lo valoran. Salud! Me ha encantado tu sueño, quisiera tener uno así.

Corpi dijo...

luna carmesí: ¿Y quién regará los sueños y las ilusiones?
Helena: Por desgracia las cooperativas también van muy mal, tanto que de la cosa seguir así, muchas tendrán que cerrar.

Patri dijo...

Y lo que cultives será un manjar para ti, eso te lo aseguro. ^_^

Besotesssssssss