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Mi tesoro |
Sí, me hacía
ilusión. Y ante unos hijos adolescentes, por lo tanto impulsivos, me pareció
una buena manera de hacerles entender qué estaba pasando, por qué, y sobre
todo, qué se puede hacer para evitar que sucesos así vuelvan a ocurrir.
Me estoy
refiriendo a lo acontecido en París la semana pasada. Porque cuando unos
adolescentes ven en televisión, casi en directo, lo que estaba pasando, sus
comentarios, lógicos, eran que tenían que matar a todos esos yihadistas, que
había que destrozar, romper, aniquilar… y verbos por el estilo. Normal; a mí
también se me pasó algo parecido por la cabeza. Pero es en esos momentos cuando
uno debe mantenerse frío y ser fiel a los principios que ha ido anotando en su
lista particular a lo largo de la vida y que por supuesto son muy distintos a
los de esta gente.
Así que, cuando
me enteré de que iba a salir un número extraordinario de Charlie Hebdo, envié,
a través de un grupo de washap que
tenemos cinco amigos, un mensaje a uno de ellos que vive en París y le pedí,
por favor, que me comprara un ejemplar. Entonces, algún amigo más también pidió
otro. ¡Amigos, para qué os quiero! La revista se publicaba el miércoles 14. A
las 6,30 de la mañana llega un mensaje diciendo que ya estaba agotada. Coño. A
ver si hay suerte al día siguiente. Pues no, tampoco hubo suerte. En el grupo nos
había servido la coña en bandeja (la ocasión la pintan calva). Claro, ¿cómo iba
a hacerse con un ejemplar si se levantaba demasiado tarde? “Oye, chaval, hay
que madrugar más”. Mano de santo. A quien madruga Dios le ayuda. Por fin el viernes
se hace con un ejemplar, que me enseña con una fotografía. ¡Aleluya! cantan los
coros de angelitos. Me felicito por la adquisición, le doy las gracias a mi ¿amigo?
por comprarme la revista. Pero no contaba con los demás. La culpa fue mía por
hacer el pedido por el grupo. A uno le ofrecen 740 € por la revista, ¡por mi
revista! Otro la cuelga en eBay y al poco tiempo ya ofrecen 240 €. ¡Mi revista!
Después de hacerme sufrir un poco, resulta que el de París, el muy ca… tenía
cuatro ejemplares. Menos mal. Pero es que ahora, cuando escribo esto, la
revista que está en eBay ya ha subido a 1000 €, y mis amigos, gente sin
conciencia, con trabajo, hijos, vida estable y que no les falta de nada, ahora
quieren subastar las demás sin tenerme a mí en cuenta.
Y yo, ¿qué
hago? Ahora que por fin tenía mi ejemplar, con el cual quería hablarles a mis
hijos de la libertad de expresión, de prensa, de religión…, en definitiva, de
la Democracia y de la civilización occidental, va y resulta que cuatro
desalmados me ponen entre la espada y la pared por un puñado de euros. Con un
mundo tan corrompido no me extraña que pasen cosas como las que pasan.
1 comentario:
Vas a tener que cambiar la charla con tus hijos, por "La forma de perder un amigo".
Y es que el dinero hace maravillas, para lo bueno y lo malo.
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