11/7/07

EL INFIERNO PUEDE ESPERAR

Al hilo de algunos comentarios que se han hecho en la entrada anterior, publico un cuento que escribí hace ya algunos años. Espero que les guste.


Cuando abrió los ojos y la vio allí sentada al pie de la cama no se asustó, ni siquiera se extrañó, la estaba esperando desde hacía algún tiempo, y ya pensaba que se había olvidado de él. Era tal y como se la había imaginado, o más bien, como la había visto en mil y un grabados, tanto antiguos como modernos. En ese momento pensó si su aspecto era ese porque sí, o si los hombres la habían pintado así por representarla de alguna manera y ella había adoptado esa apariencia porque los hombres así lo habían decidido. Llevaba un hábito negro, casi gris por el paso del tiempo, viejo y roído. La capucha era muy grande y desde donde él estaba no conseguía verle la cara. Tampoco podía verle las manos, pues las mangas eran muy largas y anchas y ocultaban todo el brazo, aunque no cabían dudas de que era ella, pues con la mano derecha sujetaba una guadaña cuyo filo resplandecía por el reflejo de la luz de la pequeña lámpara de la mesita.

Estaba tranquilo. No tenía miedo, sólo cuando ella lo miró y consiguió verle el rostro, le recorrió un escalofrío desde la cabeza hasta los pies que le erizó el pelo de allí por donde pasaba. Las cuencas de los ojos eran como un agujero negro que no tiene principio ni fin, y le absorbían con su mirada queriéndoselo tragar allí mismo. La sonrisa eterna parecía que le estuviese pidiendo disculpas por lo que iba a suceder y la falta de uno de sus dientes le daba un aspecto tan tragicómico que estuvo a punto de provocarle una carcajada, pero se contuvo, en estos momentos tan serios no podía perder la compostura...

No sabía bien por qué, en ese instante cambió de parecer. Se le esfumaron las ganas de irse y decidió esperar un poco más, bastante más, aquel ser le había causado una mala impresión, mirándolo bien, incluso repugnancia, no le resultaba grata la compañía y no sería buen acompañante en tan largo viaje. Por tanto era mejor quedarse: cuanto más tiempo mejor.

- ¿Estás preparado? –le dijo el extraño personaje.
- Lo estaba, pero me lo he pensado mejor –respondió.
- Ja, ja, ja. Tienes miedo, todos lo tienen, es normal, no te preocupes.
- ¿Miedo? No, simplemente no tengo prisa.
- Pero yo sí y no puedo perder el tiempo, tengo mucho trabajo.
La voz del extraño sonaba hueca y retumbaba en sus oídos como si se encontrara en el interior de una gruta, y lo más curioso era que la voz procedía de todos los puntos de la habitación y de ninguno en concreto. Lo cierto era que no movía la boca para hablar.
- ¿De dónde vienes?- Tenía clara la estrategia. Debía prolongar al máximo la estancia de aquel ser en su habitación hasta conseguir que se desesperara. El tiempo en esos momentos corría a su favor y por lo tanto debía aprovecharlo.
- Qué más da. De muchos lugares a la vez.
- ¿Puedes estar en más de un lugar al mismo tiempo? ¿Tienes el don de la ubicuidad?
- La lista ya está hecha, yo sólo tengo que seguirla. A veces hay más de uno en el mismo renglón y me tengo que multiplicar –contestó con desgana.
- Pero si en vez de dos por ejemplo hay mil...
- Pues entonces me multiplico por mil. ¡Vámonos!
Lo estaba consiguiendo, sabía que se estaba desesperando. Había elegido el buen camino y debía perseverar y seguirlo.
- No te pongas así, gracias a mí, mucha gente va a tener un ratito más. Incluso por ese pequeño instante más de alguien importante, podría cambiar la historia.
- La historia ya está escrita, ni siquiera una hora o un día más conseguirían cambiarla. Los acontecimientos se suceden según un orden lógico establecido de antemano. El que quiera salirse de él está condenado a morir en vida.
La voz sonó serena, suave, casi resignada. De repente se levantó. El colchón de la cama no recuperó su forma anterior, sencillamente porque aquel ser, al sentarse, no lo había deformado. Su altura era prominente, mediría más de dos metros, y la capucha rozaba el techo de la habitación. La guadaña la llevaba inclinada como si estuviese presentado armas al mismísimo diablo.
- ¿Ese orden lógico lo establece Dios?
- Dios no existe.
- Cómo que no existe, entonces tú para quien trabajas ¿Para el diablo acaso? –Al decir esto se estremeció y vio como le clavaba las cuencas vacías en sus ojos. Por el diente mellado expulsó un aire viciado que olía a putrefacción al mismo tiempo que el hábito que lo cubría se encogía.
- ¡Tenemos que irnos, tengo mucha prisa!
- ¡Yo no voy, me quedo! –Se quedó impresionado por el arrojo y el aplomo que había tenido al pronunciar esa frase. “Alea jacta est” pensó.
- Ja, ja, ja... Te he dicho que alterar la lista te puede acarrear consecuencias muy graves.
- Es igual me arriesgaré –contestó.
- Muy bien, tú mismo. Ahora tengo que irme. Cuando quieras algo: llámame.
- Puedes irte tranquila, espero tardar mucho en volverte a ver. –El corazón le latía con fuerza y se le cortaba la respiración. Lo estaba consiguiendo. Sí, se iba a ir sin él.
- Hasta pronto.
- Hasta muy tarde, ja, ja, ja... Por cierto, ¿dónde vas ahora?
- No creo que quieras saberlo.
- Por favor, es simple curiosidad. –Insistió.
- Voy a recoger a dos jóvenes que han tenido un accidente de tráfico. Iban a excesiva velocidad y se han salido en una curva.
- Pobrecitos. No se debe correr con el coche, es muy peligroso. –Dijo con cierta jovialidad. Estaba eufórico.
- Iban tan deprisa porque les habían llamado por teléfono diciéndoles que su padre estaba a punto de morir, aunque al final su padre se ha salvado.
- Qué lástima. Total por una falsa alarma. –Dijo con cierto cinismo.
- Eran tus dos hijos que venían a verte... –Y desapareció.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

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Manuel Márquez dijo...

Después del interesante comentario de Rodrigo (jodé, el tío, cómo se aplica: ¿tendrá algún blog pendiente de visitar...?), no sé muy bien qué mas añadir... Coñas aparte, compa Corpi, enhorabuena: he de reconocerte que me has dejado de piedra con ese final tan escalofriante, todo un mazazo; que no es que el resto del cuento lo desmerezca, ni mucho menos, haces una progresión narrativa con un crescendo muy bueno, pero ese final, jodé, jodé... Ah, también me ha resultado curioso que, contradiciendo (en cierta manera, creo) una tradición inveterada, hayas convertido a la "parca" en el "parco" (o, al menos, esa impresión me ha dado). Felicidades, compa, y ojalá haya mucha más gente que lo pueda disfrutar.

Un abrazo, y buen fin de semana.

RGAlmazán dijo...

Amigo Corpi, un relato muy bueno. Corto, va subiendo en intensidad y termina con un estupendo final. Bien, bien. Me ha gustado.

Por cierto, mira en mi blog, en la entrada: ¿Sólo cinco?, que has sido galardonado.

Salud y República

Warren/Literófilo dijo...

Me pongo de pie por ese final, que bueno mae, demasiado bueno.Te aplaudo, y te invito, hago uan pausa para que me vistés al blog de Relatos Breves, (Literofilia) una opinión tuya valdría mucho, saludos.

Yimmi Castillo dijo...

Desde la primera línea me pregunté: ¿Por qué revela el personaje tan pronto?... el final me respondió...
Muy bueno.
Gracias por el paseíto en Piel y Alma

e-catarsis dijo...

¡Qué final tan retorcido!¡Cuánta crueldad!¡Me encanta!

Es curioso que a la muerte se la personifique así con su rostro de esqueleto, con hábito negro y como "arma de trabajo" una guadaña y también lo es los esfuerzos del ser humano ( a lo largo de la historia literaria y científica) por vencerla, ser más listos que ella, ganarle algo de tiempo e incluso intentar ser sus aliados....¡cuán vanidosos somos! y cuan estúpidos...

Saluetes :))

eclipse de luna dijo...

Aunque has conseguido ponerme los pelos de punta..me ha encantado tu relato, buenisimoo ese final.
Un besito.Mar

Mar dijo...

¡Brillante! casi como la guadaña de nuestra amiga.
Y es que todo tiene consecuencias... aunque ¿quién no se resiste a cambiar lo que parece inamovible?
Besoss!!

Patri dijo...

¡¡¡Es genial!!! ¡¡¡Fantástica y sublime!!! ¿Tienes más escritos? Me ha gustado muchísimo, tiene ese toque oscuro y macabro que a mí tanto me gusta. Espero leer más historias tuyas.

Besotesssssssssss

Pepe Castro dijo...

Enhorabuena, genial relato. Has conseguido que me estremezca desde la coronilla hasta la punta de los pies.
Con tu permiso te linko en mi humilde espacio, que también es el tuyo.
Saludos.

Corpi dijo...

Muchas gracias.