7/9/08

TRAS EL INCENDIO


El otro día hubo un incendio en las montañas de mi pueblo y me apunté como voluntario para ir a colaborar en las tareas de extinción. Junto con nosotros habían tres brigadas forestales y dos camiones autobombas; desde el cielo llegaron dos helicópteros, tres dromaders y dos hidroaviones. Con semejante despliegue y con el viento un poco a favor conseguimos controlarlo pronto y antes del anochecer se dio por extinguido. En total se dice que debieron arder unas 30 hectáreas de matorral y 10 de pinar. Pero el trabajo de extinción no termina hasta que se ha comprobado que no queda ningún rescoldo en el perímetro del incendio.
Cuando se dio por extinguido el fuego me fui a mi casa a descansar, pero no sé qué me pasaba que por la noche no me podía dormir, y harto de dar vueltas en la cama, me levanté y me subí al monte a donde estaba el retén de guardia. Por la mañana había conocido a un forestal y hecho algo de amistad, y hablando nos fuimos a pasear por el borde del incendio para ver si pudiera haber algún rescoldo. Cuando llevábamos una media hora caminando nos pareció oír unos jadeos que nos helaron la sangre; nos miramos a los ojos con cara de sorpresa y agudizamos los oídos por si nos habían traicionado. Al cabo de un momento volvimos a oír otra vez los jadeos. Sí, esta vez sí que los habíamos escuchado con más nitidez, y no cabía duda de que eran jadeos humanos. En seguida nos metimos en la zona quemada y empezamos a subir la montaña con la mirada puesta en el supuesto lugar de donde procedían los lamentos. A cada paso que dábamos se aceleraba nuestro corazón, pero no por el esfuerzo de la subida, sino por la incertidumbre de lo que nos podíamos encontrar a las cuatro de la madrugada en un monte que acababa de arder por los cuatro costados. Al cabo de un rato, empapados de un sudor frío y con el corazón a punto de reventar la caja torácica llegamos a la cumbre. Medio asfixiados por el esfuerzo aguzamos de nuevo el oído esperando oír los jadeos, pero sólo obtuvimos el silencio por respuesta. Mi compañero sin avisar gritó: “¡hay alguien ahí!”, que me dio un susto, el cabrón, que casi me mata. Entonces, escuchamos una voz muy débil que decía: “aquí, gracias a dios, estoy aquí”. Seguimos la dirección de la voz y cuál fue nuestra sorpresa cuando al llegar a los pies de un gran pino completamente calcinado, vimos arriba, apoyado en una rama, a un hombre agarrado al tronco.
La oscuridad era casi total, sólo las estrellas conseguían con mucho esfuerzo mitigar un poco el negro absoluto. Entonces me decidí a subir al árbol para ayudar a bajar al singular personaje. Cuando llegué a su altura me quedé alucinado; era increíble, imposible, fantástico, absurdo, irreal y surrealista; aunque viviera un millón de años, sería imposible ver de nuevo una cosa así. Con mucho esfuerzo conseguimos bajar al hombre del árbol y lo tendimos en el suelo. “Agua por favor, denme agua”, “lo sentimos, señor pero no tenemos, le llevaremos a la base y allí podrá beber, pero díganos, ¿cómo ha llegado hasta aquí?”; “yo, yo …” y se desmayó. Con el móvil llamamos a la base y pronto se puso en marcha el operativo de rescate. Afortunadamente el hombre llegó bien al hospital, aunque sin sentido.
Pero lo más extraordinario no es que estuviera en plena madrugada en la cumbre de una montaña quemada, y para más inri encima de un pino calcinado, sino que fuera vestido de buzo, con botella de oxígeno a la espalda y aletas en los pies.

11 comentarios:

maria gemma dijo...

Me recuerda al guión de una película... ¿Andaban por allí los del CSI?
¿Es real lo que nos has contado?... ¿hay algún pantano o río para bucear cerca?...
Sea lo que sea para alucinar...
Un abrazo

Nür dijo...

Ei!! Pensava que anava en serio! Per qué no és veritat, no? Ay! ara no sé qué pensar! Però és que pareix un acudit! (encara que els incendis no ho son en absolut, enten-me)

Petons,
Nür

Oruga Azul dijo...

Im-presionante. Infórmanos cuando sepas qué hacia allí el señor.

Pepe Castro dijo...

Lo recogió un Dromader, no?

Merce dijo...

jajajajaj, mira que eres malo...y yo pensando que era todo real...jajajaj, muy bueno don Corpi...:-)

Luna Carmesi dijo...

Aaaaaahh
Yo tambien me he quedado extrañada...
Te has pillado la leyenda urbana del submarinista engullido por un hidroavion!
jejejeje!

Anónimo dijo...

ahhh pero es que no es cierto? ¿y la sirena dónde andaba?
Pensé que los jadeos iban a ser de otra cosa, en fin... :)
Un beso
P.D.- (qué horrible los incedios)

RGAlmazán dijo...

Menos mal que al ver los otros comentarios me he dado cuenta de que es una historieta. Estaba leyendo con la boca abierta. Es una historia totalmente verosímil. En fin, reconozco que me lo tragué hasta el final.

Salud y República

Oruga Azul dijo...

Ahora pareceré un crédulo porque todos estáis con que es un cuentecillo, pero la etiqueta es "alucina vecina" y no "cuentos" y además Corpi aún no ha dicho nada.

Nür dijo...

Corpi, pronúnciate.

Manuel Márquez dijo...

Pues ya se ve, compa Corpi, que nos vas a dejar a ciegas, sin saber si realidad o ficción (quizá, mejor así...). A ver si le cuentas la receta al presi ZP, para que se la aplique a la crisis económica (convertirla, a voluntad, en realidad o ficción, según convenga...). Ah, y también me apunto a la "opción Tha": puestos en plan relato de ficción, yo también hubiera llevado lo de los jadeos por otros derroteros; más obvios, claro, pero también más... Bueno, dejémoslos estar...

Un fuerte abrazo.