27/6/09

MARÍA

No ha sido nada fácil, pero al final la he hecho mía. A María la conocí antes que a Luisa, de la cual me enamoré prácticamente en el mismo instante de conocerla, hecho del que ya informé aquí hace un tiempo. María es su hermana mayor, una mujer que se encuentra en el cenit de su madurez pero que aún conserva las facciones ennoblecidas por el tiempo de una belleza que resiste el paso de los años atrincherada en un unos rasgos endurecidos por el trabajo y la responsabilidad. Su cuerpo, duro y esbelto, se mueve con una elegancia innata y natural movida por unos pies que nunca han pisado el pulido mármol de los palacios y dirigida por unas manos que jamás han agarrado unos cubiertos de oro. Conforme la he ido conociendo, me ha ido hechizando hasta el punto de desear saberlo todo de ella, tanto por dentro como por fuera, y poco a poco lo he ido consiguiendo. Lo que más me ha sorprendido es su valentía, porque, como dice su hermana: “la valentía es hacer lo correcto en un momento determinado sin que importen las consecuencias del acto”. Evidentemente habría que matizar qué es lo correcto o incorrecto; supongo que será aquello que encaje perfectamente en nuestra conciencia. A parte de la valentía, es una buena mujer, tiene muy buenos sentimientos y un gran corazón; es muy religiosa, de rosario diario, soltera, y ha permanecido fiel a sus principios hasta que he llegado yo, porque, aunque no ha habido una prueba física, que se pudo perder por accidente hace mucho tiempo, fue virgen hasta que cayó en mis brazos: jamás había notado la piel de nadie tensarse y vibrar como la suya al roce de mis dedos explorando su cuerpo; sus senos se movían como si flotaran en las olas de un mar agitado, y sus caderas, a pesar de la inexperiencia en estas lides, se hicieron dueñas del acto y marcaron el ritmo de las embestidas, un ritmo difícil de mantener a pesar de la excitación del momento.
No sé si sabrá lo mío con Luisa, creo que no. De todas formas posiblemente sea la primera y la última vez que tengamos un encuentro tan íntimo. Una lástima, porque fue como un terremoto de proporciones telúricas. De todas formas, nuestra amistad permanecerá para toda la vida. Estoy seguro.

4 comentarios:

Mar dijo...

¡hay que repetir! ten en cuenta que tras tantos rezos y rosarios pudo sentir la fuerza de Dios en toda su plenitud. Seguro se ha abierto una puerta que ya no podrá cerrar...
¡Venga, otro beso (aunque este con precauciones, porque después del relato que acabo de leer, puede terminar en huracán y maremoto)!
:)

Caminante dijo...

es una buena mujer, tiene muy buenos sentimientos y un gran corazón; es muy religiosa, de rosario diario, soltera, y ha permanecido fiel a sus principios...
¡oye! pues con ese curriculum ¿quien duda de que podríais seguir siendo amigos toda la vida? ¡toda la eternidad, incluso! ya se sabe... la resurrección de la carne.
Saludos. PAQUITA

Pepe del Montgó dijo...

Me ha gustado mucho ese erotismo larvado del relato, tiene las palabras justas. El que sabe, sabe y el que no...

maria gemma dijo...

Vengo a visitarte y a escribirte que he tenido problemas con el dominio, con lo que vuelvo a la antigua dirección del blog:

http://tocinoja.blogspot.com

Cambia por favor el enlace en tu blog.
Un abrazo