Menudo disgusto me he llevado esta mañana cuando por casualidad me he enterado de la muerte de Kapuscinski, y lo que más me fastidia es que me haya enterado tres días después, porque yo a este hombre lo admiraba más que a nadie en el mundo. Me gusta el fútbol y la música y el cine, pero ningún futbolista, músico o actor me había provocado nunca tanta admiración como este hombre.
Nació en Pinsk ciudad de Polonia que por avatares de la 2ª Guerra Mundial hoy pertenece a Bielorrusia allá por 1932. A los 17 años entró a trabajar como periodista y tras “cruzar la frontera” se quedó prácticamente toda su vida al otro lado para contar lo que nadie se atrevió, no porque no supieran como hacerlo sino porque no tuvieron los cojones que tuvo él para ir en busca de la noticia allí donde se producía, arriesgando su vida si era necesario. De hecho durante su vida estuvo condenado cuatro veces a muerte por “arriesgar demasiado” en su búsqueda de la verdad.
Fue un brillantísimo reportero, sin ninguna duda el mejor de todo el siglo XX y un excepcional escritor. Me he leído todos sus libros publicados en España y espero que los que quedan por publicar algún día los publiquen. Lo que más me gusta de sus libros es esa visión detallada de los acontecimientos que narra. Mientras otros periodistas sacan el telescopio para describir lo grande de los sucesos, Kapuscinski lo hace a través de un microscopio; su capacidad de apreciar los pequeños detalles que conforman la totalidad del suceso lo hace diferente a todos los demás y para mí es lo que más caracteriza su literatura. También es un hombre que se hace mil preguntas. Tú vas leyendo sus libros y continuamente sus textos están interrumpidos por miles de preguntas, siempre tiene preguntas para todo, lo que no me extraña ya que es ante todo periodista.
Los periodistas no sirven para este oficio es el título de uno de sus libros donde habla de la integridad del periodista para ejercer de una forma digna y profesional su carrera. También decía que para ser un buen periodista se necesita ser una buena persona y él, sin vanidad, reconocía que lo era. También reconocía que era católico y muy creyente, algo que sin duda le ayudó a superar los terribles peligros que tuvo que correr durante sus viajes. Su trabajo como periodista siempre estuvo comprometido con los más desfavorecidos, denunciando en todo momento las desigualdades y las injusticias creadas por occidente en su propio beneficio y que relegaban, sobre todo a su querida África, a la más absoluta de las miserias.
Estoy muy triste, había albergado la esperanza de haberle conocido algún día, aunque sólo hubiera sido para estrecharle la mano y decirle que me gustan mucho sus libros. Ahora ya no podrá ser, pero por lo menos sus libros están ahí para leerlos y releerlos.
En el apartado del Blog Kapuscinski hay una relación de todos sus libros publicados en España y una pequeña ficha de los mismos.
Ryszard Kapuscinski gracias y ojalá se encuentre en ese cielo en el que usted creía tanto.
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